Le Corbusier no solo fue uno de los arquitectos modernos que más influyó en la arquitectura del siglo XX, sino también un notable pintor y escultor así como diseñador de muebles. Fue un artista completo que como buen socialista vinculó sus ideas a la utopía y las puso al servicio del hombre.

El otro Le Corbusier, el menos conocido por el gran público, ha pervivido gracias a la constancia de Heidi Weber, amiga, confidente y depositaria de su legado, que ahora ha traído al Museo Reina Sofía, 160 obras que habitualmente exhibe en el museo que lleva el nombre del arquitecto, en Zurich. Nacido Charles Edouard Jeanneret- Gris el 6 de octubre de 1887 en la Suiza francófona, a los 29 años se traslada a París y adopta el seudónimo de Le Corbusier, apellido de su abuelo materno. Durante sus estudios de arquitectura conoce a los artistas, y su trabajo, que marcaron las vanguardias del siglo pasado.

Su gusto por el constructivismo ruso y por artistas como Legger y Picasso, al que admiraba, se observa en los cuadros expuestos.

Estructurada en tres partes, la exposición comienza con los míticos muebles --el sillón de tubos metálicos y la chaise longue-- realizados en los años 20. En el segundo bloque se reune la mayor parte de los cuadros que cumplen con una de las reglas del artista: huir del monumentalismo de los museos para hacerlos domésticos.

La tercera parte es una reproducción de la Maison de l´homme en la que el arquitecto considerado uno de los padres de esta disciplina en el siglo XX, combina las artes plásticas en una construcción.