´Las inquietudes de Shanti Andía´

Autor: Pío Baroja

Precio: Un euro

La imagen más conocida de Pío Baroja nos lo recuerda, en una foto antigua, como un anciano venerable, cubierto con su boina, sentado en su sillón, y arropado con una manta. Algo dice esa imagen de su personalidad solitaria, de hombre independiente que frecuentaba poco la vida social. Baroja prefería aislarse en un mundo interior rico, del que brotaron múltiples novelas, algunas preocupaciones filosóficas y miles de personajes.

Su obra y su personalidad constituyen una constante contradicción entre los deseos de acción y la abulia. Admiraba a quienes actuaban y se enfrentaban a la realidad diaria. Pero su escepticismo sobre el hombre y el mundo le abocaron a cierta pasividad ante la vida, concebida desde un pesimismo existencial enraizado con el de Schopenhauer, el filósofo más leído y admirado por Baroja.

UN HOMBRE DE ACCION Esta contradicción entre la impotencia de ser un hombre de acción y la angustia de su hondo sentimiento existencial se refleja en la aparente oposición entre las dos novelas que publica en 1911, un año destacado en su fecunda producción novelística. Son dos novelas que nos muestran las dos caras de la personalidad de Baroja. El pesimista abúlico y solitario, más ligado al pensamiento de la Generación del 98, se retrata en El árbol de la ciencia . El escritor que admira a los hombres vitalistas, capaces de embarcarse en arriesgadas aventuras, aparece reflejado en Las inquietudes de Shanti Andía .

Como explica el propio Baroja, "ésta es una novela de vida de marinos. Shanti es un marino mercante que, ya viejo y retirado, escribe en un pueblo de la costa vasca las memorias de su vida". Novela de aventuras que tiene como raíz y paisaje el mar, o novela "marítima" configurada como autobiografía, este vivísimo relato contiene peripecias de viajes y barcos, tempestades y naufragios, encarcelamientos y huidas, asesinatos y atentados, navegantes y negreros, combates singulares y tesoros.

No es casual que Baroja eligiera el mar como paisaje de sus novelas de acción. Contaba en su familia con una rama de parientes marinos, por el lado materno. Su imaginación se nutre, así, de las historias familiares, añadidas a los relatos que, de niño, pudiera escuchar en el puerto de San Sebastián, su ciudad natal, e incluso a evocaciones y vivencias que utiliza para la descripción de costas, playas, puertos y personajes. "Hay en Las inquietudes " --afirma Baroja-- "notas autobiográficas y recuerdos de San Sebastián de cuando yo era chico. Mi tía Cesárea, que en la novela se llama la tía Ursula, vivía en una calle que da al muelle".

Junto a lo personal, resulta evidente una influencia de las novelas de aventuras que estuvieron de moda en el siglo XIX, y que el escritor vasco debió de leer en su juventud. Así, en la narración de Shanti Andía nos sorprenden ecos de Stevenson y La isla del tesoro , de Poe y El escarabajo de oro , e incluso de las novelas sobre el mar del capitán Marryat. Es fácil intuir cómo los personajes y aventuras de estos relatos cautivaban a los compañeros de peripecias infantiles de Pío Baroja; por eso, convertido en trasunto suyo, Shanti Andía describe una cueva que le servía "para jugar a los Robinsones" con sus grandes amigos de la niñez.

Pero, como buen noventayochista, Baroja se esforzó en desarrollar nuevas formas que reavivaran los planteamientos agotados de la novela del siglo XIX. Por este motivo, su estilo busca claridad, precisión, rapidez, y evita la filigrana estilística. Las acciones transcurren con velocidad casi cinematográfica, y los ambientes y personajes pasan fugaces ante nosotros, con la finalidad estética de evitar nuestro aburrimiento como lectores. La narración de sucesos se revela como el elemento más importante de la novela barojiana, que llega a convertirse en un género multiforme que puede abarcarlo todo, y es precursora, en este sentido, de la profunda renovación de la narrativa que se produce a lo largo del siglo XX.

También como buen noventayochista, Baroja fue viajero por las tierras del interior de España, y en alguno de sus viajes se acercó a Extremadura, acompañado entre otros por Ortega y Gasset, que refiere la anécdota en El espectador y describe al vasco, con su boina calada, corrigiendo las pruebas de una de sus novelas de la serie de Avinareta, mientras el resto de los viajeros prolongaban su tertulia más allá del crepúsculo. Tras el cansancio de su recorrido por la Sierra de Gata y Coria, entre el calor del fuego, el vino de la posada y la conversación, el del 98 sintió que "tropezaba" con las disquisiciones gramaticales, hasta el punto de comentar: "Ya no sé si debe decir: Avinareta bajó de zapatillas, o bajó con zapatillas, o bajó a zapatillas".

No deje, pues, querido lector de deleitarse con Las inquietudes de Shanti Andía , una novela de mar y de aventuras, ágil, entretenida, con el ritmo febril del cine, del oleaje, de la vida.