El Rey de España elogió hoy la "indudable belleza creativa y fuerza expresiva" de la cúpula de Miquel Barceló que presidirá las reuniones de la Sala XX del Palacio de la ONU en Ginebra, con la esperanza de que este renovado espacio "facilite los acuerdos para impulsar la dignidad del ser humano".

Los Reyes de España y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, inauguraron esta sala junto al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien valoró, por su parte, la "impresionante cúpula" de Barceló como reflejo de la España del siglo XXI, un país -dijo- solidario, comprometido con la ayuda al desarrollo y contra la intolerancia, la discriminación y la pobreza.

A la inauguración de esta sala, remodelada por España y rebautizada como "de los Derechos Humanos y la Alianza de Civilizaciones", ha asistido también el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, copatrocinador junto a Rodríguez Zapatero de la iniciativa de diálogo internacional que Naciones Unidas homenajea con el nuevo nombre otorgado a este espacio de reuniones.

En su intervención, Don Juan Carlos recordó su visita de hace tres años a Ginebra, de donde surgió el compromiso español para hacerse cargo de la remodelación integral de la Sala XX, en el marco del Sesenta Aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.

Los 1.400 metros cuadrados que presiden la cúpula pintada por Barceló, uno de los espacios más grandes del Palacio de las Naciones de Ginebra, será el lugar habitual de reuniones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, por lo que el Rey confía en que esta sala facilitará "los debates y acuerdos para impulsar la dignidad del ser humano".

En este sentido, el monarca subrayó "el firme compromiso con la defensa y promoción de los derechos humanos" que inspira la política exterior española e hizo hincapié en que España desea que el aniversario de la declaración universal que los ampara "constituya una ocasión de celebración y reflexión para la comunidad internacional".

El rey, fascinado

Bajo un techo iluminado por los 35.000 kilos de vivos colores que conforman el "mar-cueva" de Barceló, Don Juan Carlos declaró su "especial admiración" ante la "impresionante nueva cúpula" de este "gran artista" y reflexionó: "nada mejor que el arte como lenguaje universal para expresar los valores, principios y misiones que inspiran a las Naciones Unidas en torno al ser humano y al mundo".

Tras destacar la "trascendencia y vitalidad" de los trabajos que impulsa la ONU "al servicio de un mundo en paz, más próspero, más libre, más justo y más unido", el Rey dedicó asimismo un recuerdo a la "espléndida aportación" de España a las Naciones Unidas que supuso la donación, en 1936, de los murales de José María Sert a la Sala del Consejo de la antigua Sociedad de Naciones.

El legado de Sert y su papel en la puesta a salvo de las obras de arte amenazadas por la guerra civil mereció también una mención en el discurso de Zapatero, que agradeció a la ONU su homenaje a la Alianza de Civilizaciones al bautizar la sala decorada por la "grandiosa" cúpula de Barceló, una "cueva primigenia que reúne bajo su techo a todos los seres humanos".

La obra de este "genio contemporáneo" se asemeja a "un mar universal de naciones", que evoca "una mirada fuerte de compromiso para erradicar la intolerancia, la discriminación y la pobreza en el mundo", una mirada a favor de la dignidad del ser humano que simboliza la ONU, donde "todos somos iguales", recalcó.

Rodríguez Zapatero subrayó que este espacio ha sido remodelado con el esfuerzo del Estado español y "quiere ser reflejo de la España del siglo XXI, de su energía, de la confianza en sí misma y en el futuro", del compromiso de los españoles "con los derechos humanos, el multilateralismo y la defensa de la paz".

Asistió también a esta ceremonia el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, quien detalló el proceso que ha dado lugar al "recinto de negociación más moderno" de la ONU, decorado por un "mar-cielo" en el que un viento del Sur mueve una "marejada de color hacia el Norte", como reflejo de que la globalización "puede ser gobernada con leyes, valores y políticas".