Jaume Balagueró (Lleida, 1968) leyó la novela La dama número trece, de José Carlos Somoza, hace 15 años y desde entonces tenía en la cabeza, casi como una obsesión, llevarla al cine. El trabajo en la saga [REC] y Mientras duermes dejaron aparcado el proyecto hasta que, al fin, llegó el momento para el director catalán, faro del cine fantástico catalán. En Musa, presentada ayer en Sitges fuera de concurso, Balagueró regresa a terrenos conocidos, el del thriller psicológico, para relatar una alambicada intriga poética sobre un profesor universitario que, tras la trágica muerte de su amada, acabará envuelto en una extraña y asfixiante confrontación con las mismísimas musas, convertidas aquí en personajes diábólicos, causantes de los males del mundo a través de la poesía. Un relato complejo, clasicista, metáfora de los demonios del proceso creativo, que llegará a los cines el 1 de diciembre.

-¿Qué le atrajo de la novela de Somoza?

-Muchas cosas: el universo que inventa, el hecho de convertir a las musas en seres crueles y malignos, casi brujas. Es algo perturbador. Y esa idea de transformar la intriga en poesía. Pocas cosas pueden ser más fascinantes que la imagen de alguien que se esconde en el corazón de una persona.

-No parece una novela fácil de adaptar.

-No lo es. Ha sido muy complicado. La novela es muy amplia, muy literaria. De entrada, en el libro hay 13 musas y en la película hay algunas menos... Fernando Navarro (coguionista del filme) y yo tuvimos que sintetizar por fuerza. En cualquier caso, ha sido un reto fascinante dar vida, o intentarlo, a las imágenes tan poderosas que transmite la novela.

-Como thriller psicológico, ‘Musa’ remite al Balagueró más reconocible, el de propuestas como ‘Los sin nombre’ o ‘Frágiles’.

-Veo la película y, sí, la emparento un poco con Los sin nombre, que era un thriller con pátina sobrenatural que coqueteaba con el terror, pero que no era terror en sentido estricto. Es un territorio que conozco bien y del que me siento emocionalmente próximo. La saga [REC], por supuesto, era otra cosa. Me atrae más el universo emocional de Musa.

-Llama la atención la presencia de Christopher Lloyd, el Doc de ‘Regreso al futuro’ en el reparto.

-Surgió la oportunidad de que pudiera trabajar en un papel corto pero decisivo en la historia, y no hubo ninguna duda. Para muchos de nosotros, Regreso al futuro fue algo fundamental, nos cambió la vida. Ver a Doc en el rodaje fue muy emocionante para todos nosotros.

-Usted vino a Sitges por primera vez en 1994 para presentar su primer corto, ‘Alicia’. ¿Qué queda hoy, 23 años después, de aquel joven Jaume Balagueró?

-Queda todo. Es el mismo. Más mayor. Pero es el mismo hombre. Y el espíritu también, el de alguien que viene aquí con una excitación y un entusiasmo absolutos. Lástima que no tenga tiempo para ver aquí películas. Ahora mismo me gustaría estar haciendo cola para entrar a ver cine, pero no lo puedo hacer porque estoy en el otro lado presentando una película. Siento, sin embargo, la misma emoción que en 1994, se lo aseguro.

-En su juventud, dirigió un fanzine, ‘Zine shock: revista de cine oscuro y brutal’, donde hablaba de terror, gore, pornografía...

-Fue entre 1991 y 1995. Hacer el fanzine era un fabuloso ejercicio de lucha y búsqueda: no había internet, pero había otros fanzines, gente que se intercambiaba películas. Nosotros íbamos mucho a Londres, encontrábamos películas en unos establecimientos medio clandestinos que tenían cine de terror prohibido, cosas así. Contactabas con la gente por correo, descubrías cosas. Ahora todo es más fácil...

-¿Lamenta el paso del tiempo? ¿Cree que las cosas tenían más valor antes?

-Cuando debes luchar por algo, todo tiene más valor, por supuesto. Lo gratis ya no lo tiene. Antes ahorrabas para comprar un disco, seguías el ritual de ir a la tienda... Aquello revalorizaba el acto. Hoy, sin embargo, todo está al alcance la mano.

-En su cine se admite como normal lo paranormal, lo oculto, lo fantasmagórico. ¿Cree usted en el ocultismo o la brujería a nivel personal?

-No. Me encantaría creer. Es algo que me fascina desde siempre, pero no.

-¿De dónde le viene la fascinación por lo oculto?

-Siempre, desde niño, me ha atraído todo lo fantástico, lo no-natural, lo sorprendente, lo que te hace flipar. Me encantaría ver un extraterrestre. Rezo para que algún día me suceda algo paranormal, que algún día me pase algo que me obligue a replantearme mis creencias. Lo deseo con todas mis fuerzas. Pero soy bastante racional a la hora de enfrentarme a la realidad. Vengo de una familia de médicos de muchas generaciones y tengo la racionalidad como algo genético.

-¿Tiene la sensación de que, después del boom de hace una década, el cine de género español se ha estancado un poco?

-Quizá se ha frenado, sí, pero no puedo hacer un análisis. No sé muy bien cuántas películas de género se hacen ahora, pero creo que se siguen haciendo cosas y que el fantástico sigue siendo algo importante aquí. El boom fue algo fuerte, fruto de lo que llamamos la generación del VHS, formada por cineastas que eran muy del género, a los que les gustaba cualquier tipo de cine.

-Cuando presentó ‘Mientras duermes’ en Sitges, le pregunté si se veía dirigiendo cine sin vínculos con el fantástico. Le vuelvo a hacer la misma pregunta.

-Sí. Estoy preparando una peli que no tiene nada que ver con el género. Pero no puedo decir nada más.

-¿Ha descartado ya lo de rodar en Estados Unidos?

-No, pero depende mucho del proyecto. Y del tema personal. Tienes familia, tienes niños. Y eso es algo que cuesta.

-Si tuviera que definir la situación actual de Cataluña con un género, ¿cuál elegiría? ¿Drama? ¿Terror? ¿’Thriller’ político?

-Varios: el género histórico, sin duda. Y el thriller político a lo Frankenheimer. Viendo algunos vídeos de la violencia insoportable del 1-O, está claro que el terror. Y, por supuesto, el absurdo berlanguiano, con esas imágenes de la Guardia Civil entrando en un pueblecito de 120 habitantes. En todo caso, prefiero no hablar de política, pero tengo muy claro que urge dialogar, hablar y entenderse.