Durante una reciente visita a Tokio para promocionar la inminente salida de El reino de los cielos , Ridley Scott mostró los primeros síntomas de exasperación. Le preguntaron, dada las actuales tensiones geopolíticas, sobre la vigencia argumental de la superproducción, que retrata las cruzadas entre la Europa cristiana y el mundo islámico en el siglo XII. ¿No se ha metido en un atolladero?, venían a decirle. ¿No es un asunto demasiado sensible? "Me han preguntado muchísimo al respecto últimamente y mi respuesta es siempre la misma: pienso que el equilibrio en la película es bueno", replicó cortante.

GIRA PROMOCIONAL El director británico, de 67 años, sigue con su gira promocional --la semana pasada le tocó Madrid-- y seguramente volverá a ser interrogado con profusión sobre el tema de aquí al 6 de mayo, fecha de estreno en casi todo el mundo de la película. Es inevitable. Como también lo será el debate que ya ha empezado a abrirse sobre la exactitud histórica. "Yo hago películas, no documentales. Dicho esto, si además de ser entretenida, la gente sale del cine habiendo aprendido algo que no sabía, fantástico", ha dicho Scott.

La esperanza del director reside en que la buena factura de la cinta acabe por dejar como un lejano zumbido las cuestiones políticas. Y puede que se salga con la suya. Las primeras valoraciones publicadas hablan de un largometraje majestuoso, con escenas de batalla arrebatadoras, personajes bien perfilados y banda sonora intensa. "Los 140 minutos de la película parecen evaporarse", ha escrito ya el Sunday Times.

El inglés Orlando Bloom interpreta a un personaje real, Balian de Ibelin, caracterizado aquí como un herrero francés, que pierde a su familia y casi su fe en Dios, y se ve arrastrado a unirse a los cruzados, convirtiéndose en un caballero que lidera la defensa de Jerusalén en 1187 ante las fuerzas musulmanas encabezadas por Saladín, al que interpreta el sirio Ghassan Massoud. "El es un estudioso del Islam", ha subrayado Ridley Scott con intención. Eva Green, Liam Neeson, Ed Norton y Jeremy Irons completan un reparto muy sólido.

La logística de la producción resulta impresionante. En los momentos álgidos, Scott empleó entre 25.000 y 30.000 extras en Marruecos, base de la filmación de exteriores. Para interiores, el director se fue ante todo a España. Al margen de Loarre (Huesca), estuvo con sus cámaras en Segovia, Avila, Sevilla y Paloma del Río (Córdoba). Le avaló un presupuesto de 130 millones de dólares.