Ningún estudio de grabación tenía lo que Rosana buscaba para su nuevo álbum, así que En la memoria de la piel se gestó en su propia casa. Tras el recopilatorio 8 lunas que la llevó de gira mundial durante dos años, la cantautora canaria presenta un álbum inédito cargado de la sensibilidad y la energía que tanto la caracterizan.

—En ‘En la memoria de la piel’ recuerda a cualquier madre diciendo: «Vigila con el sol, que la piel tiene memoria».

-Yo hablo de otra piel, de la que se emociona y se le ponen los pelitos de punta de manera libre y natural, sin que la cabeza lo procese. También hablo de la piel que nos es común: aunque el mundo se empeñe en diferenciarnos, la piel y su memoria nos recuerdan que los seres humanos somos muy parecidos en pelotas.

-Y hablando de la memoria, ¿cuál es su mejor recuerdo?

-Mis recuerdos están vivos todo el tiempo. El último es el concierto que di antes de ayer en Santurce. Ver que la gente se lo pasa bien contigo siempre me emociona.

-Por contra, ¿que desearía borrar por completo?

-Todas las mentiras del mundo. Al final siempre acaban en guerras y en un montón de gente y niños que en el siglo XXI todavía no saben qué es pasarlo bien.

-Creó 50 nuevas canciones para el álbum y se quedó solo con 11. ¿Cómo lo decide?

-En vez de elegir las canciones que irán en el álbum, escojo la gente que lo hará. Quedé unas 15 veces con amigos, familiares y gente del equipo para cantarles trocitos de las canciones. Ellos votaban en secreto de 0 (no la incluiría) a 5 (¡me encanta!), y al final salieron las más votadas.

-Lo grabó en su casa. ¿No tenía estudio?

-De todos los estudios que conozco en el mundo, ninguno tenía las características que buscaba. Quería que todo fuera natural. Un día, dando palmadas en casa sin querer, vi que aquel sonido, una vez procesado, era el que más se acercaba a lo que buscaba. Así que saqué todos mis muebles y convertí mi casa en un estudio durante cinco meses. Ahora ya volvió a su estado natural.

-Así no separa la vida doméstica de la profesional.

-Esto de despertarse, desayunar, pegarse una ducha, hacer deporte y estar descalza todo el día tiene su punto bonito, no se crea [ríe].

-Sus canciones son como contarle a un amigo aquello que uno siente. ¿No le da vergüenza desnudarse así delante del público?

-Es mi responsabilidad, porque lo que dejo en un disco será lo que hable de mí con el tiempo. Quiero dejar la verdad de lo que siento, lo que vivo y lo que soy cada vez que escribo un álbum. Quedarme en pelotas en un papel y entregarle a la gente la verdad es casi una obligación.

-Lleva 20 años de experiencia y millones de discos vendidos en una industria con mucha competencia. ¿Cómo resiste?

-Mi música es para compartir, no para competir. Sí que es necesario hacer exposición del disco, pero cuando compongo no sé hacer estrategia de mi música. Entré en el mercado de la mano de la gente y aquí sigo, sin obligarme a nada más que no sea quedarme en bolas en un papel en blanco. Que ya es bastante.