El director valenciano se pone hoy al frente de la Orquesta de Extremadura en un concierto dedicado a Mozart en el Auditorio San Francisco de Cáceres

En la vida del director de orquesta Rubén Gimeno (Valencia, 1972) el azar ha aparecido en momentos decisivos. Como proviene de la tradición valenciana musical, formó parte de una banda como clarinetista. Pero se le cayó un diente e inutilizó al intérprete. "Mi padre me dijo por qué no probaba con el violín y empecé a estudiarlo". Hace veinte años, ante la situación de la infraestructura musical en España era obligado, cuenta, ampliar estudios fuera del país. "Hoy ya no tanto; pero sigue siendo recomendable como experiencia vital", afirma. El recaló en Bruselas durante cuatro años. Creció como violinista y, finalmente, logró un puesto en la Orquesta Sinfónica de Galicia.

De nuevo, el azar iba a cambiar ese trabajo en una formación de prestigio y con una nómina cada mes. Un amigo suyo, profesor en Estados Unidos, le invitó a estudiar orquesta en la Universidad de Maryland. Y allí se marchó. "Mi elección de dedicación al 100% al violín fue inclinándose hacia la dirección, hasta que llegó un momento en que tuve que definirme".

¿Y qué pasó por su cabeza? "Traté de pensarlo, pero me daba vértigo, por la seguridad que te daba el trabajo y el paso que podía dar, que era como lanzarme al vacío. Pero la orquesta tiene algo mágico y me atraía la idea de construir la música con otros músicos, de moldear un sonido. Así que tomé la decisión". Y se lanzó.

Entre 1997 y 2007 dirigió la Joven Orquesta Sinfónica de Galicia. Su nombre comenzaba a destacar. Fue director asistente de la Joven Orquesta Nacional de España e invitado de la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Hasta que en 2009 se hizo cargo de la titularidad de la Orquestra Simfònica del Vallès, una formación cuyos componentes son sus propietarios al haberse constituido en cooperativa.

Gimeno es señalado como uno de los directores con mayor proyección en España. Hoy (ayer lo hizo en Badajoz) dirige la Orquesta de Extremadura (Auditorio de San Francisco de Cáceres. 20 30) con un programa dedicado a Mozart, en el que se interpretarán la obertura de Las bodas de Fígaro , la Sinfonía concertante para violín y viola (con los solistas Entcho Klatev y Marco Scalvini de la propia Oex) y la sinfonía 41, Júpiter.

Con 40 años recién cumplidos, su experiencia ha crecido notablemente dentro y fuera de España. Pero no cree que esta sea aún una edad de plenitud. "Si uno se conserva físicamente bien, la edad te da madurez, aunque mi hijo me dice que ya soy viejo".

El director valenciano está lejos de esa figura de conductor de orden, algo dictador, que podría encarnar el alemán Herbert von Karajan. Se encuentra más cerca de otras figuras como Leonard Bernstein o Carlos Kleiber. "Este es un trabajo en el que podemos compartir. Uno tiene ideas y las transmite, pero a la vez toma otras de la propia orquesta". Así que no se siente como un conductor solitario en lo alto del atril. "No. Lo que es solitaria es la vida en sí del director. No te da tiempo a conocer a las personas, pasas de los ensayos a los hoteles, de los hoteles a los ensayos".

A pesar de la situación de incertidumbre sobre su futuro que vive la Oex, el director valenciano declara que ha percibido unos músicos "con predisposición al trabajo y que se muestran felices y responsables. Aunque tenía mis dudas, no he notado esa losa que recae sobre ellos. Me ha sorprendido".