Un Salman Rushdie distendido, hablador, que dosificó su inteligente sentido del humor, se presentó en público en Barcelona, donde da a conocer estos días su última novela Shalimar, el payaso . El escritor rompió la imagen de hombre atemorizado que durante años dejó como rastro la fatua por la que el ayatolá Jomeini le condenó a muerte tras la aparición de la novela Versos satánicos , en 1988. Rushdie (Bombay, India, 1947) respondió durante una hora a las preguntas del escritor argentino Rodrigo Fresán, y fue despedido con entusiastas aplausos.

El escritor, que compareció en el ciclo El valor de las palabras , repasó su vida, sus orígenes como escritor, opinó sobre el compromiso del novelista, sobre el estado de ánimo vivido mientras se sintió amenazado por el integrismo islámico y explicó la génesis de Shalimar el payaso . Nacido en la India, criado en Pakistán e Inglaterra, residente en Londres y ahora en EEUU, Rashdie dijo envidiar a los autores que se han educado en un único lugar y que "creen que su universo es único", y añadió que nunca el hombre había viajado tanto como ahora, lo que le permite dar "un sentido distinto a las fronteras, e incluso a la lengua".

La película El mago de Oz , que vio de niño, le arrastró al mundo de la fantasía y leyó con entusiasmo El señor de los anillos , de Tolkien. Rushdie se mostró contrario a etiquetar la literatura y rechazó que a sus novelas se les pueda colocar la del realismo mágico que, en su opinión, fue útil en un momento para identificar el proyecto literario de García Márquez y Fuentes.

DOS MUNDOS Cree en una literatura que responda a la realidad de la gente --"la novela no debe ser elitista; hay que conocer el mundo para poder escribir sobre él"--, y rechazó calificar su literatura de inglesa o india: "Pertenezco a dos mundos y no quiero tener que optar por el uno o por el otro".

Defendió la libertad de los escritores frente al fanatismo y la necesidad de que éstos tomen la palabra "cuando la verdad del totalitarismo es una mentira". Rushdie insistió en la independencia de los creadores --"el buen escritor no pertenece a nadie; su voz es única porque dice lo que ve". Repasó el proceso creativo de Shalimar el payaso , que duró cuatro años y dijo que esta novela no es una obra sobre terrorismo, sino "la historia de un crimen pasional y una venganza".