Después de 19 días y 500 noches , un disco "muy humilde" hecho de un tirón, "sin dormir", Joaquín Sabina se quitó el miedo a su voz rota y decidió mostrarla "sin maquillajes". "La gente prefirió eso". Con aquel trabajo quedó muy contento y no ha sido hasta ahora, con Vinagre y rosas , que sale hoy a la venta, que el cantautor vuelve a estar satisfecho con las 12 nuevas canciones que se incluyen en este trabajo, un mano a mano escrito con la colaboración de Benjamín Prado.

Pero ahora, los miedos, son otros. "Entre mis terrores y pesadillas está subir al escenario. Sueño que me subo y estoy en ´bolas´ sin saberme la letra de ninguna canción", confiesa el músico.

Sabina publica hoy nuevo trabajo tras cuatro años de silencio (su anterior CD fue Alivio de luto ). El artista presentará este trabajo en una gira de año y medio, que comenzará el día 20 en Salamanca y con la que recalará "por primera y última vez" en el Madison Square Garden.

EL LADO BUENO La última experiencia con una gira de directos la protagonizó junto a Joan Manuel Serrat en 2007. "El lado bueno es que ahora no tendré que darle la mitad de lo que gane a un catalán", bromea Sabina, que se enfrentará al escenario "solo bajo el foco, sin Serrat". "Cada vez tengo más respeto al escenario, pienso si podré aguantar la gira... Quizá es exceso de responsabilidad", declara.

Más que a estar delante de 45.000 personas en cualquiera de los macroconciertos en Hispanoamérica (que visitará tras la gira en España, a partir de enero de 2010), Sabina teme, por ejemplo, cantar de nuevo en la Plaza de Toros de Las Ventas. "Va a ser la última gira grande, me despido de ese público y luego cantaré en teatros y clubs".

Muchos de sus amigos y colegas aseguran que en Vinagre y rosas está "el mejor Sabina", pero el cantante y compositor le quita importancia, aunque reconoce que el público sí está "ante el Sabina más saludable". "No sé si es el mejor Sabina, pero sí sé que estoy cerca de saber si son canciones guapas o feas, porque no me dan vergüenza", confiesa un músico que siempre ha considerado que el fin de escribir una canción es el querer conquistar a una mujer. "Y a veces sirven".

La mejor canción, para Sabina, es aquella que "se acerca a lo que has soñado, cuando las haces como si fueran las que te gustaría oír en la voz de Leonard Cohen o Chavela Vargas", explica. Y parece haberlo conseguido con la ayuda de Benjamín Prado, con quien se marchó a Praga a escribir. "Nos sirvieron dos depresiones y unas copas", dice, para contar cómo fue el proceso de escritura de temas (en uno de ellos también ha participado Luis García Montero).

Ahí están Tiramisú de limón , con música de Pereza, al igual que Embustera . O la especie de autobiografía en Viudita de Clicquot , así como el homenaje a Praga en Cristales de Bohemia . También están Parte meteorológico , Ay Carmela , Virgen de la Amargura , Agua pasada , Menos dos alas (en tributo al poeta Angel González) o Crisis .

"Su bache sentimental (en referencia a Prado, al que acababa de dejar su novia) y mi seca (por la sequía a la hora de componer por encontrarse en un momento de "felicidad doméstica") la curamos juntos en Praga", recuerda Sabina, que califica de "matrimonio sin sexo, como todos los matrimonios" el que protagonizó con el poeta.