El cómico andaluz reúne sus mejores monólogos, una decantación de veinte años de trabajo, en ´A mí que me registren´, un espectáculo que hoy presenta en Badajoz

Los mejores momentos de Santi Rodríguez (Málaga, 1965) se reúnen en A mí que me registren , que presenta en el teatro López de Ayala de Badajoz (22.00). El cómico ha seleccionado los monólogos más felices de sus dos décadas de trabajo y ha incorporado otros relacionados con las nuevas tecnologías. "Tengo móvil, me manejo en internet, pero ha costado mucho", afirma Rodríguez, quien reconoce que la gente le sigue llamando por la calle frutero (el personaje que interpretó en la serie Siete vidas y al que debe su trayectoria posterior).

--En Granada, donde estudió Derecho, descubrió que quería ser actor.

--Bueno más que actor, cómico, humorista. Es algo que intuyes de jovencito, cuando empiezas a contar chistes. Luego pasé por la universidad. La familia quería que estudiara una carrera porque pensaba que un trabajo como el de cómico no podía sostenerme. Y durante esos años hacer humor era complicado en Granada porque la oferta no era grande.

--Y viajó a Madrid.

--Le eché valor, sí. Iba y venía para darme a conocer poco a poco. No había, ni hay, una facultad del humor que te enseñe este oficio, así que uno aprende a base de sinsabores, de modo autodidacta, apoyándose en referentes. Cuando yo hacía monólogos era un género que apenas se cultivaba en España. Se conocía a Gila o a Pepe Rubianes.

--¿Esos fueron sus referentes?

--Sí. Y también Faemino y Cansado.

--Como a otros cómicos lo descubrió El club de la comedia.

--Pero aquí se hizo al contrario de lo que ocurrió en Estados Unidos. Allí era un género dominado por los propios cómicos. Aquí se buscó a gente famosa para dar a conocer una modalidad de humor poco conocida.

-- Siete vidas le dio la popularidad.

--Fue como si me hubiera tocado el Gordo de la lotería. Sí que fue una suerte y un cambio cualitativo, porque ya no tenía que demostrar quién era o darme a conocer, que suele ser un momento desagradable en los espectáculos cuando uno lleva ya tiempo trabajando.

--Hasta tal punto que la gente creía que usted era como su personaje de frutero.

--Bueno, hay gente que confunde la realidad con la ficción. Pero a mí no me desagrada porque me ha ayudado a conseguir trabajo. En la calle me llamaban frutero , y me lo siguen llamando porque han vuelto a reponer la serie en uno de los nuevos canales. Me permitió aprender en vivo y en directo de todo el equipo.

--¿Qué le hace reír?

--Me hacen gracia muchas cosas, pero pocas me hacen reír. Soy un público difícil. Gracia me hacen el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Pero hay que afinar mucho para captar el humor que se gastan.

--¿Su trabajo de cómico oculta una vis seria?

--Bueno, en mi vida diaria intento ser cumplidor y serio. Y el humor es de las cosas más serias que existen en la vida. Hasta en el pesimismo hay un lado cómico.