Con un fado de fondo, esperado e inevitable, el primer Nobel de literatura portugués, José Saramago, presentó ayer en Madrid su nuevo libro, Las pequeñas memorias (Alfaguara). Pequeñas por su tamaño --apenas ocupan 180 páginas-- y, sobre todo, porque son el retrato de Zezito, aquel niño de Azinhaga, una pequeña aldea situada a una hora al norte de Lisboa, que emigró con sus padres a la capital cuando aún no había cumplido los dos años y que cada verano regresaba al lugar que le vio nacer.

Tal y como explicaba Pilar del Río, su mujer y traductora, este trabajo surge "de la urgencia de contar al niño que fue para saber quién es ahora y reencontrarse consigo mismo". Por ello, Saramago ha decidido incluir solo "recuerdos permanentes que han estado siempre en mí", sin recurrir a la literatura, "sin adornos de ningún tipo, contando los hechos tal y como ocurrieron".

Sus días de pesca Algo que le ha llevado a narrar momentos muy especiales, tanto positivos como negativos, que vivió entre los cuatro y los 15 años. Así, en sus páginas se leen sus días de pesca, sus carreras por los olivares, sus experiencias en el colegio y, sobre todo, su arraigo a la tierra.

Según sus palabras, "aquel pueblo, aquella gente analfabeta han hecho de mí lo que soy y, si tuviera que revivir algo, lo reviviría todo, incluido el hambre y el frío, porque esa sería la única condición para que pudiera volver a ser quien soy".

De hecho, no dudó en afirmar que a sus lectores más mayores, a los que se encuentran más próximos a sus 84 años, "este libro les recordará su infancia, su juventud, quiénes fueron y quiénes no debieron dejar de ser nunca".

Después de 20 años intentando escribir esta obra ("nunca lo conseguía porque siempre surgía la idea de una novela entre medias"), Saramago confesaba sentirse satisfecho con el resultado obtenido porque, además, le ha permitido "recuperar" a sus seres queridos, en especial a sus abuelos maternos: "Estaban condenados al olvido, pero con el libro los he resucitado a todos", señaló.

El mundo en que vivimos No obstante, y sin calificar el texto como "melancólico", reconoció que tampoco es optimista ya que no podemos serlo en el mundo en el que vivimos.

"Estamos hundidos en la mierda del mundo y el que es optimista, o es estúpido o es millonario y le importa un pepino lo que ocurra a su alrededor", valoraba con gesto serio.

En palabras del escritor, "estamos rodeados de una basura que nos llena la mente", debida a que, hoy, "la escuela no tiene medios para educar e inculcar valores".

Con la idea de un segundo volumen de memorias en el ambiente, el autor hizo gala de su tenacidad y rechazó dicha posibilidad: "No voy a escribir un Harry Potter 4, ni 5".

Aunque tampoco aquel pequeño Zezito hubiera imaginado que, de mayor, llegaría a ser uno de los escritores más reconocidos de la actualidad.