‘Ninguno por cantar bien, hable mal de aquel que canta. Unos cantan lo que saben, y otros saben lo que cantan’ estos versos que aprendí de niña de tanto verlos, leerlos y releerlos en la Peña Flamenca Cultural de Llerena que preside mi padre, Marcelo, se los brindo a David Pino (Puente Genil, Córdoba, 1972). Cantaor, catedrático en la Cátedra de Cante Flamenco del Conservatorio Superior de Música de Córdoba, estudiante de guitarra, en ocasiones dramaturgo…, David es, sobre todo, buscador de tesoros escondidos entre las líneas teóricas del cante y su historia, tan necesarias de descifrar como de saber ejecutar cuando uno aspira a pisar fuerte en el presente del flamenco, y pretende después, dejar huella en él.

‘Mi largo caminar’ es su primer disco tras treinta años de trayectoria artística. Un trabajo bien ‘pertrechao’ que no ha necesitado de ‘bellotas’ de última hora porque ha nacido ibérico y puro. Como los delicatesen de nuestras dehesas. Abre este meticuloso trabajo una carcelera en la que David se deja acompañar del maestro Fosforito: ‘Una verdad y otra no’ Letra que aprendió el maestro de niño y que ahora cede a este cantaor que sin complejos, ha reunido un ramilletes de cantes ‘poco escuchaos’ Un ramillete que en su voz no se percibe forzado y que llega al oído y al estómago del que lo escucha de forma natural. David Pino es un cantaor completo que sabe lo que canta, un artista coherente con lo que ha vivido y ha sentido. Un hombre que ahora sabe, que ese ‘largo caminar’ ha merecido la pena. Adelante maestro.

--30 años de carrera artística, y ahora, su primer disco, ¿inseguridad o madurez?

--No sé si alguna de las dos cosas, pero si fuera así, yo creo que sería entonces madurez. El punto de la inseguridad creo que siempre cabe en un artista, porque ya sabemos que a la hora de plantear el repertorio hay muchos caminos abiertos, hasta que finalmente tiras por donde crees que es el mejor…, y desde ese punto de vista, si creo que puede haber inseguridad pero sobre todo es madurez. Llegó la hora de grabarlo, me ofrecieron unas condiciones que me parecieron las adecuadas y me apetecía…, por eso lo hemos hecho.

--¿Cuál ha sido el punto de inflexión para grabar el disco?

Yo ya llevaba tiempo con la idea de grabar, cierto es que la actividad que uno desempeña en el flamenco: encargos de obras de teatro que tenía que escribir y dirigir, otros proyectos…, no me permitían sentarme y prepararme el disco de la manera que yo quería, y cuando vi el momento, hace un par de años, dejé aparte esos encargos y me puse con el disco. Llegó el momento.

--¿Cómo ha sobrellevado este ‘largo camino’?

--Lo he sobrellevado con mucha pasión y sobre todo con mucha afición y mucho amor a lo que he hecho. Ese amor es el que, en momentos de ‘capa caída’, de crisis, me ha hecho seguir adelante.

--Nacer con un padre ‘peñista’ deja un sello de calidad en la persona que ha sabido absorberlo, ¿cómo le ha marcado a usted?

--A mí me marcó de forma decisiva, porque la peña El rincón del cante’ en los años 80 se permitía traer a los mejores que había en ese momento, y tuve la suerte de tener a mi padre ahí. Conocí a gente maravillosa como Juan Barea, Rafael Romero ‘El gallina’, Camarón, Enrique Morente…, con el tiempo me ha dado una alegría tremenda el haberlos conocido.

--Cuando uno se cría escuchando lo bueno, ocurre como en su caso, que a los 9 o 10 años uno arranca una carrera incipiente con esos referentes, ¿se le ha hecho más duro el camino comenzando por lo más difícil?

--Bueno, desconozco como serían mis sensaciones, vivencias…, de haber sido al contrario pero imagino que cuando eres muy jovencito y escuchas en directo, a estos artistas de los que le hablaba, y no solo en directo, sino cuando se cierran las puertas y se quedan los cabales…, Toda esa calidad es la que yo he tenido de referente. Quizás en algún momento se puede volver en contra tuya pero para mí ha sido una felicidad haber vivido todo eso.

--El maestro Manuel Cano le hizo conocer el cante a través de la guitarra. Usted mismo estuvo estudiando con él, durante seis años, las seis cuerdas del prodigio, ¿qué diferencia hay entre conocer el cante desde el cante, y conocerlo desde la guitarra?

--Yo siempre a la hora de estudiar el cante, aunque no me gusta mucho la palabra ‘estudiar’ aplicada al cante, pero a la hora de escucharlo, aprenderlo, siempre lo he hecho con una guitarra en la mano, y cuando escuchaba a los cantaores sabía en qué tono estaban cantando con la guitarra y lo que hacía el guitarrista. Probablemente, visto ahora con el tiempo, eso te da una dimensión de no ‘dar palos de ciego’ en lo armónico y melódico de los cantes.

--Con esos precedentes, ¿piensa que es un alumno aventajado?

--No, no, nunca me he considerado así. He sido un alumno con suerte, eso sí, pero aventajado no, porque tengo muchas limitaciones como cantaor y he tenido que trabajar duro para ir superándolo en la medida de mi propia capacidad.

--¿Es el conocimiento el ‘Santo Grial’ del cante?

--Ese es un eterno debate…, creo que a pesar de que el saber ocupa lugar, yo creo que sí, que sobre todo los profesionales debemos saber lo que nos traemos entre manos, pero eso tampoco significa que sea determinante para ser artista, para mí no lo es. Ser artista es ser artista y a partir de ahí ‘empezamos a hablar’ Como cantaor hay que tener unas condiciones, unas características en la voz…,

--Pero el conocimiento también es base…, porque cantar si saber es como el que se tira a la piscina, el que ‘juega con las cosas de comer’…

--Claro, yo estoy de acuerdo con eso, aunque todos sabemos que históricamente ha habido cantaores que no se han caracterizados por ser cantaores enciclopédicos con un repertorio amplio, y han sido grandes artistas y grandes figuras. Yo creo que hoy, un profesional, tiene que conocer lo se trae entre manos…, el acceso a la información que hay hoy, no existía antes. Hoy en día quien no conozca repertorio es porque no quiere, no porque no haya información.

--Presenta su primer disco, ‘Mi largo caminar’, y arranca con una carcelera con el maestro Fosforito, ¿es consciente del privilegio?

--Sí, sí lo soy. Porque Fosforito se ha convertido en un íntimo amigo, a pesar de la diferencia de edad. Yo a él lo conocí como artista y cantaor en un primer momento, y se perfectamente quien es y valoro su trayectoria, hasta tal punto, que escribí una obra de teatro ‘Nazareno y Olivares’ que cuenta la vida y obra de Fosforito con un actor, cantaor… etc y en esa obra mostrábamos la dimensión que el maestro tiene como artista… así que figúrese. Es un regalo que no viviré lo suficiente para poder pagarlo.

--Su disco es una declaración de sus conocimientos y estudios sobre el flamenco. Unos estilos bien elegidos, una amalgama histórica del cante: livianas, carceleras, malagueñas, tangos… ¿Cómo fue el proceso de selección?

--Desde jovencito he tenido la inquietud de cantar cosas que no estuvieran muy al uso, y en este disco hay mucho de eso, pero también es cierto que en mis puestas en escena siempre canto por soleá, siguiriyas…, pero por ejemplo, liviana, siempre he cantado pero no por distinguirme, sino porque es un cante que a mí me gusta mucho, y quería que estuviera ahí. Yo no he querido hacer un disco de cantes raros.

--Un disco en el que se deja acompañar de Bordones Mineros como Gabriel Expósito, José Tomás, el actual, Alejandro Hurtado…, dice su productor Chemi López que lo complicado de llevar tantas guitarras es conseguir mantener ‘una coherencia’, ¿usted cree que se ha conseguido?

--Fíjese que en mi caso nunca me lo planteé. Yo tenía muy claro con qué artistas y materiales sonoros quería trabajar. Es cierto que son guitarristas que tienen mucho en común y eso establece un punto de partida, pero en ningún momento me planteé, por ejemplo, que unos se escucharan a otros, pero sin embargo si sabía de las características de cada cual, y esas cualidades son las que probablemente rebundan en que haya un denominador común.

--¿Uno es más grande, rodeado de grandes?

--(Se ríe) personalmente me siento muy feliz porque son personajes que a mí me alimentan mucho. Son maestros que tienen un mundo interior tan rico, gente que ha vivido tanto y te enseña tanto solo por el hecho de estar con ellos… me siento muy afortunado. Estuve dos años trabajando con Manolo Sanlúcar en su último trabajo, y mire, el simple hecho de ir a su casa a ensayar…, toda esa vivencia…, desde la admiración que siempre tuve por él como aficionado a la guitarra que soy, eso…,¡No hay como pagarlo!

--Dice el maestro Fosforito que en artistas como usted, que tienen ‘conocimiento de causa’ está el futuro del flamenco…, usted no dejará este camino para empezar a fusionar, versionar…, ¿no?

--(Se vuelve a reír) no, no, no creo, pero si llegara el momento y viese que ese es el camino de verdad, que no le quepa duda que lo haría. Yo siempre he sido un cantaor libre y muy independiente. Desde esa libertad es por lo que hago lo que hago como cantaor, haciendo un repertorio que probablemente no sé si será del gusto de la mayoría…, pero yo creo en ello. Si mañana creyera que la verdad está en otro sitio iría a por ella.