Con 60 años recién cumplidos --aunque muchos crean que la fecha de su DNI tiene que estar equivocada--, la actriz más representativa del cine del destape se ha despojado esta vez de complejos, miedos y manías y ha publicado un libro de recuerdos: Mi vida oculta (Planeta). "La intención de este libro es que el público que me ha visto desde que era una niña descubra a la Silvia Tortosa de verdad", afirma.

Silvia Tortosa dice que esta es su oportunidad de cambiar conceptos y aclarar su imagen como mujer: "Me sorprenden la diferentes ideas que el público tiene de mí. Me he visto reflejada como un símbolo sexual para algunas generaciones, musa del cine del destape en la transición, persona distante, seria y poco comunicativa. Y nada de eso se corresponde conmigo", aclara.

A base de dar luz a los episodios de su vida, la actriz se ha dado el "chapuzón del siglo". Habla de sus inicios en el mundo del espectáculo, del matrimonio homosexual, de las drogas, de la cirugía plástica, del aborto, la infidelidad, de sentimientos, de sus parejas... Dice que siempre ha tenido una especie de imán para atraer a los hombres conflictivos y que por su lado han pasado "alcohólicos, drogadictos, webadictos, pichitas flojas, simuladores de orgasmos y cascarrabias". Pero luego aclara: "Menos mal que el pequeño número de señores con los que he acertado valían por mil".

Para seguir ese largo y tortuoso camino de casi 400 páginas, la actriz-escritora se ha hecho acompañar de un tal Bugs Bunny, que aparece y desaparece según conviene: "Es mi alter ego. Ese otro yo que todos tenemos que incluye nuestra líbido y nuestros sentimientos más primarios y que, frecuentemente, está en guerra con nuestro yo racional". A ese Bugs Bunny y a "los de todos los colores, razas y tamaños que hay en el mundo, millones de los cuales son incluso mutilados para suprimir su placer en el acto sexual" dedica Tortosa este primer libro.

Y es que, a pesar de afirmar que este no es un texto feminista, el papel de la mujer en casa, en el trabajo y en el mundo, centra gran parte de la obra. Y por eso donará la mitad de los ingresos a las Hermanitas de los Pobres y a los "130 millones de mujeres mutiladas que hay en el mundo", dice.

"Hice unas pocas películas de destape, cosa casi obligada en aquel momento, pero pronto me di cuenta de que aquello no era lo mío. No por aparecer desnuda o vestida, que siempre me ha preocupado poco, sino por el mal gusto de la mayoría de los guiones, la memez de los diálogos y el pésimo estilo con que estaban iluminadas", dice.

SIN ARREPENTIMIENTOS Pero ahora reconoce que no cambiaría casi nada: "Solo me hubiera gustado haber cortado antes un par de relaciones, dedicar más tiempo a mi vida personal y valorar más a algunos seres magníficos que se cruzaron en mi vida".

Además de los "tironcitos y el bótox" que utiliza de vez en cuando, ¿qué hace para mantenerse? "Aparte de los genes de acero inoxidable heredados de mi padre, hago hora y media de gimnasio todos los días, bebo mucha agua y me olvido de mi cumpleaños", confiesa.