Cuando no se tiene otra, la literatura es un arma para responder a la barbarie". Son palabras del comprometido escritor marroquí Tahar Ben Jelloun, una de las voces más vivas contra el racismo y eterno candidato oficioso al premio Nobel. La escritura fue la vía de escape que utilizó Ben Jelloun tras vivir una atroz experiencia en un campo disciplinario militar de su país, entre 1966 y 1968, en una etapa de fuerte represión del régimen de Hassan II.

Ben Jelloun (Fez, 1944) ha visitado España para presentar su nuevo libro El último amigo (El Aleph), una historia de amistad de dos adolescentes que perdurará en el tiempo pese a la emigración, la soledad y la tragedia. Hablar de la amistad es, para el autor de La noche sagrada, casi más importante que hacerlo sobre el amor: "No es un tema literario frecuente. Cada sentimiento tiene sus propias reglas, en el amor suele haber sexo y en la amistad, traición".

MOSAICO SOCIAL El último amigo es un auténtico mosaico de la sociedad marroquí en los años 60. Mamed y Alí, los dos protagonistas, viven en Tánger, "una ciudad de novela" por su carácter fronterizo, símbolo de la modernidad frente a la tradición de Fez o Casablanca. En cierta forma, los dos personajes representan esas contradicciones del país norteafricano, que Ben Jelloun ha llevado a todas sus obras. El autor de expresión francesa trata temas muy actuales con una escritura dura pero accesible, en la mejor tradición del Quijote --sobre el que está escribiendo en este año de aniversario-- y Las mil y una noches.

La obra de este escritor, que el pasado año logró con Sufrían por la luz el premio IMPAC, uno de los de mayor dotación económica del mundo literario, está orientada a mostrar la necesaria tolerancia en un mundo de mestizaje cultural y religioso. Muy sensibilizado ante las actitudes xenófobas de España y Francia (vive en París la mitad del año) contra los emigrantes de su país, Ben Jelloun se ha preocupado por la nostalgia del marroquí fuera de su país aunque se haya adaptado perfectamente a la sociedad en la que temporalmente le ha tocado vivir.

APERTURA Además, el escritor es optimista sobre los cambios en el futuro de su país que hacen vislumbrar los tímidos signos de apertura tras la ascensión al trono de Mohamed VI. Tras asegurar que nunca tuvo problemas de censura en Marruecos pero sí en Siria y Egipto, el escritor destaca el proceso democratizador del nuevo rey, especialmente en lo relativo a la situación de la mujer. "Quienes mueve las sociedades", afirma, "son las mujeres, no los hombres", aunque reconoce que el cambio de mentalidad en su país "se está produciendo muy lentamente".