Tras pasar buena parte de la última década perdido en fantasías autorreferenciales, herméticas y narcisistas --´Takeshis´ (2005) y ´Glory to the filmmaker(2007), por ejemplo--, Takeshi Kitano ha vuelto a casa. ´Outrage´, presentada también ayer fuera de competición en Cannes, supone su regreso al cine de yakuzas después de ´Brother´ (2000), aquel estilo que le dio sus primeros éxitos y con el que siempre ha confesado sentirse más cómodo. Esencialmente, se trata del retrato de las luchas de poder entre tres familias mafiosas.

"No pienso que los yakuzas estén pasados de moda. Su método ha cambiado, son muy activos en el mercado financiero. Para entrar en el grupo, anteriormente había que cortarse un dedo. Pero eso ya no es así", explicó ayer el japonés, que en su filme no solo muestra dígitos seccionados sino también chopsticks clavados en el oído, dientes taladrados y ahorcamientos desde el interior de un coche. Es la creatividad en el retrato de la crueldad lo más destacable de ´Outrage´ y cuya mezcla de cabestrismo y humor es de agradecer.