--Bailarín, actor, dibujante, escritor de poemas, cantautor... ¿Estoy delante de un genio?

--Me lo tengo que pensar. Ya veremos dentro de unos años.

--Quiso ser Elvis Presley y no lo consiguió. El ego se le bajó a la suela de los zapatos.

--¿Cómo que no lo conseguí?

--Eso escribió usted en su web. Hablaba de sus tiempos mozos. ¿Cómo tiene ahora el ego?

--Inmenso. Tengo un ego muy domado, pero muy desarrollado. Trato de no eliminarlo. Todo el mundo cree que el ego es un enemigo. Pero, en mi caso, gracias al ego hoy canto y compongo. No hay que apartar el ego, solo aprender a vivir con él.

--Cuando organizaba conciertos bajo el nombre de Adán Jodorowsky llenaba las salas, pero siempre le quedó la duda de si era el apellido lo que atraía al público. ¿Ya se ha quitado el complejo de hijo del escritor Alejandro Jodorowsky?

--Nunca tuve complejo. Solo era curiosidad. Estaba empezando y quería saber si la gente me veía por mí mismo o por mi nombre. Por eso me cambié de nombre y me puse Adanowsky. Pero nunca sentí mi apellido como un peso. Estoy orgulloso de él, pero solo necesitaba encontrar mi mundo artístico, mi camino.

--Ese camino está lleno de facetas. ¿Se queda con la música?

--Hay días en los que soy actor. Y otros prefiero ser músico. Y otros, escritor. No me pongo etiquetas. Me divierto con el arte.

--¿Ha recibido algún consejo de su padre?

--Que después de cagar baje la tapa.

--James Brown le enseñó sus primeros pasos de baile. Y George Harrison, sus primeros acordes. Vaya carta de presentación.

--Sí, tenía 8 años. Y ambos me han inspirado mucho. Me han dado una base para el escenario.

--Y luego usted se lo curró.

--Sí. La gente se queja y dice: "No llega, lo que quiero no llega". Pero nadie lo hará por ti. Tienes que luchar. El mundo te rechaza porque no te quiere. Pero hay que imponerse.