La carrera musical de Pedro Guerra (Tenerife, 1966) contradice esa extraña idea de que los hijos (artistas o no artistas) deben matar al padre para vivir por sí mismos.

"Nunca he renegado de la música que escuchaban mis padres, mis abuelos. Siempre he partido de la tradición y he reconocido mis influencias", aclara.

Así que no resulta nada extraño que el último disco (‡2Alma mía‡1) de este músico canario, uno de los cantautores, como él mismo se denomina, más destacados de España, lance una mirada al pasado, a canciones perdurables en géneros como la copla española, los boleros, los tangos o las rancheras. Hoy lo presenta en Badajoz y el próximo 22 de septiembre saldrá a la venta.

Este disco se completará con otro, Contigo en la distancia, que aparecerá en marzo del 2010. En ambos puede escucharse gran parte de la "educación sentimental" de Pedro Guerra. Del niño que fue. En Canarias, en la casa de sus padres, donde entraba la música latinoamericana de norte a sur. Tangos de Gardel, boleros... "Sabía que algún día haría este disco de versiones", afirma, el primero de su trayectoria. No ya por su propia necesidad de interpretar a su modo, haciendo suyos esos temas, sino como un gesto de agradecimiento a quienes imaginaron esas historias brutalmente sentimentales que han atravesado el tiempo sin merma.

AGUSTÍN LARA "Si uno escucha Piensa en mí, cantada por Luz Casal y la popularidad que vivió gracias a la película de Almodóvar en la que aparecía, se da cuenta de que no conoce quién la compuso. Así que en este caso de Agustín Lara, como en el resto de canciones, he querido hacer una reivindicación de estos músicos, en ocasiones anónimos o a los que nadie recuerda". Son, entre otros, Astor Piazzola (Chiquilín de Bachín), Armando Manzanero (Esta tarde vi llover), Alfredo Le Pera (El día que me quieras) o José Alfredo Jiménez (Ella).

Si gran parte de las canciones de ambos álbumes entraron en la memoria del niño Pedro Guerra, algunas han tenido que vencer una fuerte reticencia, "si se quiere ideológica", para poder incluirlas en estos discos.

"En Canarias no escuchaba coplas. Solo hasta hace dos o tres años no he prestado atención a esas canciones, que se asociaban al franquismo, y esto estaba muy marcado en el ambiente en que me he movido. Pero he descubierto grandes temas y me he dado cuenta del universo que había perdido".

Ojos verdes, Niña Lola, La bien pagá y Te lo juro yo (las cuatro seleccionadas por el músico) ya han superado esos prejuicios, no solo en el propio Guerra sino en mucha gente, que establecía la misma asociación ideológica.

"Pero no solo estas. Yo también tuve prejuicios respecto al rock y al pop, hasta que he llegado a un momento en que las canciones me interesan por sus letras y sus melodías".

Y de ese modo, concluye, "cuando son grandes pasan de una generación a otra, sean coplas, sean de Los Beatles, de Bob Dylan o de Silvio Rodríguez".

No es el único cantante que recientemente ha probado el sabor de esa tradición: Luz Casal anuncia un disco de versiones. Miguel Poveda acaba de sacar otro de coplas. Y también lo han hecho Pasión Vega y Sole Giménez.

¿Y el público de Pedro Guerra no se sentirá desconcertado con esta declaración sentimental del cantautor? "Si el público está abierto y se deja llevar, no creo que ocurra. Además yo he traído las canciones a mi terreno, las he hecho según mi estilo".

En el escenario del teatro López de Ayala, sólo él y su guitarra, una combinación que paradójicamente aparece por primera vez en un disco suyo. "Para mí es lo natural desde que empuñé a los 14 años una guitarra y empecé a tontear con la música‡". Sin banda, "todo el peso recae sobre mí y ello implica más responsabilidad."

EL LOCAL LIBERTAD Guerra pertenece a una generación que pasó por el famoso local Libertad 8 y que aún sigue componiendo, dando conciertos. Tonxu, Rosana, Ismael Serrano... crecieron musicalmente en los años de la década de los 90.

Otros han quedado atrás por "falta de suerte, de oportunidades. Dependemos en gran parte de los medios de comunicación y de la industria".

Cuando Guerra llegó a Madrid en 1993 coincidió con Javier Álvarez en aquel lugar. "Mantuvimos una frecuente relación durante un año y medio al comienzo de nuestras carreras y nos hicimos amigos. Ahora nos vemos de vez en cuando".

La admiración personal y profesional entre ambos permanece hoy intacta, "lo que no siempre va junto, y a pesar de que tenemos concepciones musicales diferentes. Yo soy un cantautor más tradicional, más clásico. Y él es más inquieto, capaz de transformarse". Los conciertos que ambos ofrecen en Badajoz vienen a confirmar las palabras de Guerra. Hoy, él, con su homenaje al pasado. Mañana, Álvarez, con sus experimentos poéticos. Como dos caras enfrentadas, pero no excluyentes.