En 1920, un joven encontró las joyas del denominado Tesoro de Aliseda, en la localidad extremeña próxima a Cáceres. Pertenecía al ajuar funerario de una mujer del siglo VII a. C.. Por esas fechas, apareció en una vasija la conocida como Diadema de Jávea, que posiblemente otra mujer (siglo III-II a. C.) habría llevado el día de su boda como adorno. Tesoros ocultos que el azar puso al descubierto y que con el tiempo han llegado a manos públicas para su contemplación en museos y exposiciones. Lejos de las clases pudientes, de los artesanos y comerciantes a las que pertenecieron, ya nadie comercia con ellos, pero su valor sigue siendo incalculable.

Una parte de este tesoro se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, y a partir de hoy (la inauguración es a las 19.45) estará al alcance de los visitantes del Museo de Cáceres.

Oro & plata. Lujo y distinción en la antigüedad hispana es una exposición singular. La componen 299 piezas que abarcan un periodo de más de 3.000 años, desde la prehistoria hasta la Romanización. Joyas de origen orientalizante, fenicias, púnicas, ibéricas, vacceas, castreñas y de la época romana, procedentes de toda la geografía peninsular se han reunido en esta muestra, que refleja la distinción social y el poder político y religioso a lo largo del tiempo en sociedades fuertemente jerarquizadas y sometidas a un poder aristocrático o de una élite, que se exhibía a través de estas piezas.

Las joyas y otros objetos de uso cotidiano (vasijas, cuencos, platos...) de la muestra han sido seleccionadas, según los organizadores, por su calidad estética, pero también por su capacidad para explicar la tecnología, el comportamiento y los gustos de las sociedades que se sucedieron en el solar hispano.

BIEN PRECIADO El oro reluce en esta exposición desde las primeras manifestaciones de la orfebrería en época prehistórica. ¿Cómo se convirtió en un valor?

Eduardo Galán, comisario de la muestra junto a Magdalena Becerril, explica que aparecía en los ríos en forma de pepitas y que al ser un material que no se estropeaba ni se oscurecía, y brillaba, tenía las características para su uso como un bien preciado. "Y además era escaso". De modo que solo unos pocos tendrían acceso a él. Su posesión implicaba en aquel tiempo un poder que se exhibía.

Su diseño en esa época prehistórica era simple, por ejemplo, pequeñas hojas. Su desarrollo dará lugar a la aparición de metalúrgicos, a veces itinerantes, que irán dando forma y decoración a estas piezas (torques --collares--, o brazaletes, abundantes en la exposición).

Objetos emblemáticos de la exposición son precisamente torques: el de El Viso (Córdoba) de la Edad del Bronce, varios brazaletes de oro del Bronce Final de Bélmez (Córdoba) y de Bodonal de la Sierra (Badajoz), cuya procedencia (a través del comercio o como botín de guerra) posiblemente serían las islas Británicas o la Bretaña francesa. Estos brazaletes y torques fueron elaborados con características propias, según la zona, a partir de objetos que incluían oro. Algunos llegaban a pesar tres cuartos de kilo.

Si puede pensarse que la orfebrería está asociada al mundo femenino, no es del todo cierto. "En muchos casos es difícil de atribuir su uso a un hombre o a una mujer", señala Galán. Pero en otros casos (hay un sección denominada El ajuar de la novia ), es evidente que este lujo era exhibido por las mujeres. En el caso de los hombres, piezas como fíbulas (broches) servían como ostentación de virilidad y poder, como se observa en la exposición en objetos que representan escenas de caza.

CAMBIOS La irrupción fenicia en la península transformó la orfebrería, sobre todo en el sur. Los objetos perdieron peso, se hicieron más elaborados, con una decoración geométrica o vegetal, como muestra el Tesoro de Aliseda. De este conjunto compuesto por una diadema, un collar, un pendiente, una pulsera, dos anillos y un cinturón, se expone un brazalete. El cambio propiciado por los fenicios, explica Magdalena Becerril, implicó también una transformación social. "Los objetos pesados formaban parte de ajuares que se transportaban en una sociedad trashumante. Ahora, cuando la gente empezaba a poseer tierras y ganado, las piezas se volvieron más ligeras".

Abunda también en esta época la plata, "que refleja una sociedad más avanzada", pues para extraerla, ésta debía someterse a un proceso técnico para separarla del plomo. Así, el material se convirtió en un patrón de referencia monetario. La muestra cacereña expone monedas, vasos, brazaletes, pendientes, fíbulas... de este material.

La época de mayor acumulación de piezas de orfebrería en la antigüedad corresponde a la Edad del Hierro, con características propias, y con la combinación de la presencia de oro y plata en su composición.

La formación del imperio de Roma vendría a unificar el mundo de la orfebrería.

La palabra globalización, tan familiar hoy, resume el periodo final que recoge la exposición. Se expone un servicio de vajilla de época republicana y otro de vino (colador, ánfora, cazo y vaso), "y esto implica que el vino forma parte de un circuito general", que los diseños se unificaron.

Pero la unificación fue también política, económica, social y tendieron a desaparecer las particularidades locales, aunque los propios romanos, como puede verse en la figura de un dios, las asimilaron incorporando algunos de sus elementos.