Reivindicar la obra de Joaquín Sorolla y John Singer Sargent, aclarar algunos malentendidos sobre sus respectivos estilos y mostrar el paralelismo que existe entre estos dos grandes pintores son los objetivos de la exposición inaugurada ayer por los duques de Lugo en el Museo Thyssen de Madrid. El director de la pinacoteca, Guillermo Solana, presentó la muestra como la gran apuesta y el "gran acontecimiento" de esta temporada.

El esfuerzo realizado le da la razón. Hace seis años que el entonces conservador jefe del museo, Tom s Llorens, comisario de la exposición, comenzó a preparar la muestra al tiempo que se iniciaba la fructífera colaboración con la Fundación Caja Madrid, que, como es habitual, comparte con el museo el espacio de la exposición. El número de cuadros no es despreciable. Se exhiben 113 obras que proceden de más de 50 prestadores, tanto museos como colecciones particulares, desde el Sorolla de Madrid hasta la Hispanic Society.

Hasta el 7 de enero se podrá ver en Madrid, y del 12 de febrero al 13 de mayo del 2007, en el Petit Palais de París. El gran reto, en el que ha sido decisiva la colaboración de Cultura, es dar a conocer la obra de ambos artistas al público galo. Los responsables del Thyssen han empleado todo su poder de convicción para trasladar a sus colegas del país vecino la importancia de ambos pintores. Los franceses temen que su público no responda pese a la magnitud y la calidad de la muestra. Pero a los españoles no les cabe duda alguna de que la acogida será buena. "No hay que estar tan enganchados al impresionismo", indicaron fuentes del Thyssen en tono jocoso.

Sorolla (1863-1923) y Sargent (1856-1925) fueron coetáneos pero apenas se conocieron. Sin embargo, su obra tiene notables similitudes, como se ve en la exposición en la que los cuadros de cada uno se van alternando en las sucesivas salas.

El artista valenciano es, según el conservador jefe, "el pintor más amado por el público", que ahora podrá conocer en toda su extensión la obra del norteamericano. Con la muestra, "ambos salen de un largo purgatorio" que comenzó tras la primera guerra mundial, cuando se impusieron las grandes vanguardias artísticas que dejaron de lado a Sargent y a Sorolla, considerados entonces demasiado clásicos. En España, Sorolla sufrió la incomprensión de la generación del 98 y en otros países europeos, como Francia, ambos fueron tachados como "impresionistas menores o heterodoxos".

La muestra no pretende estudiar las relaciones entre ambos sino los "inevitables" paralelismos y afinidades. .