Veinticuatro horas antes de que la Academia de Hollywood dé a conocer los candidatos a los Oscar, el peculiar cineasta Tim Burton se muestra indiferente ante los premios. Tiene claro que su último trabajo, Sweeney Todd , el barbero diabólico de la calle Fleet, que ayer presentó en Madrid aunque se estrena el día 15, no reune las condiciones para estar en el palmarés. "Normalmente", dijo, "los premios no van a parar a las películas musicales de terror".

En su casa guarda el León de Oro que el festival de Venecia le dio por toda su carrera hace apenas seis meses. Y con esta su última película ya ha logrado dos Globos de Oro, uno de ellos para su protagonista, Johnny Depp, con quien trabaja por sexta vez.

Burton, sin embargo, no parece afectado por la obsesión de un premio. Prefiere hacer el cine que le gusta, películas donde prime la "fantasía" y jueguen "el amor, el desengaño, la vida, la muerte, los cuentos de hadas, el miedo y el humor". "La vida es una mezcla de esas cosas", añadió, tras recordar en tono divertido que fue un niño "extraño", al que le gustaba asustar, aunque no entendió porqué otros niños no querían jugar con él.

De un personaje clásico y un exitoso montaje de Broadway de hace más de 30 años, el director ha sacado a la luz una fantasía gótica que rebosa sangre y sentido del humor negro.