Santiago Sierra siempre me mete en líos». Lo ha dicho Helga de Alvear, que ha conminado, a la vez, a los periodistas a reírse y a no tomarse las cosas tan en serio cuando Ifema, la institución ferial de Madrid, ha solicitado la retirada de la obra que, por supuesto, ya tiene comprador. Para Helga de Alvear no hay censura. Para el artista, que hayan descolgado ‘Presos políticos en la España contemporánea’ sí la hay y da una mala imagen de ARCO, la feria de arte actual más importante del país, y de la propia nación. «Creemos, ha dicho en un comunicado, que actos de este tipo dan sentido y razón a una pieza como esta, que precisamente denunciaba el clima de persecución que estamos sufriendo los trabajadores culturales en los últimos tiempos».

Esto no es nuevo y ya lo han explicado, con datos, varios informes de los que he hablado en estos mismos artículos, que hablaban, directamente, de persecución gubernamental, en lo económico también (recordemos el IVA al 21%). Y todo esto lo digo, además, sabiendo lo bien que le vienen las polémicas de un día (tenemos mala memoria, en general) al mercado del arte. Porque el capitalismo tiene sus propios cauces de disidencia: el arte es uno de ellos. Lo contrarresta con su apelación eterna a la propia individualidad: en redes, muchos de mis contactos (algunos, artistas) decían: «Tenemos que hacer algo». Pero, ¿el qué? ¿Cómo, si la calle ha dejado de ser pública? ¿Cómo, si los discursos son tan exiguos?

Toda obra artística cuenta una historia. Una historia de su tiempo, de la memoria, de lo que vendrá y de la construcción de un imaginario. Muchas, juntas, son el legado de una región, de un país, de un continente, del planeta entero. Hace algunos años, Miguel Ángel Rodríguez, músico, descubrió unas partituras de Antonio Cortés en la catedral de Badajoz. Hoy se toca la última de las sinfonías, sobre las que se ha hecho un trabajo de adecuación y de reinterpretación maravilloso, porque, como explica el director de la Orquesta de Extremadura, Álvaro Albiach, cuando se hallaron, no estaban lo suficientemente bien escritas como para que se pudieran tocar. Deberían grabarse en un disco y deberían también editarse las partituras porque forman parte del patrimonio de la comunidad autónoma. Mientras tanto, pueden escucharlas. Y, sobre todo, pueden oír a Till Fellner.

El piano nos ha dado grandísimos solistas: al fin y al cabo, junto al violín, es uno de los instrumentos más populares, pero este señor es uno de los más afamados del mundo. Nació en Austria y estudió con Alfred Brendel: a Brendel se lo llevaron a los 14 años a cavar trincheras durante la Segunda Guerra Mundial y se formó casi de manera autodidacta. Fue el primer intérprete en completar la grabación de los solos para piano de Beethoven y ha sido su influencia más grande: Fellner dice que Brendel siempre pone al compositor de la obra en primer lugar y no al intérprete, cuya misión principal debe ser «servir a la música». Brendel es poeta. Fellner también escribe: un ensayo sobre la música en las películas de Buñuel, por ejemplo. Los críticos musicales destacan su utilización del color. Debe de ser maravilloso entender tanto de música como para saber cómo alguien usa una impresión producida por un tono de luz en el ojo. Los legos nos dejamos llevar cuando le oímos tocar a Beethoven o a Schumann o a Bach y ya.

Al fin y al cabo, la música es capaz de contarnos historias: a veces, una distinta a cada uno. El teatro también.

Juan Vázquez se estrena en la dirección profesional (y en la dramaturgia) con la obra ‘Vivos libres o muertos libres’, que nos traslada a un mundo distópico en el que hay una guerra en la superficie y un condominio debajo de ella. Tienen sus propias reglas y, cuanto más trabajen, más se les devolverá en horas de sueño inducido… que acabará cuando finalice la contienda. No sabemos más. Ayer fue el ensayo general, pero no se puede estar en varios sitios a la vez. El sábado es el estreno absoluto, pero ando en Plasencia, en Centrifugados. Esta tarde se inaugura, por cierto, el Teatro Maltravieso-Capitol también: todo ocurre este fin de semana. Pablo Guerrero en Cáceres con sus ‘Mundos de andar por casa’. Funamviolistas con ‘Contraescena’, que habla de cotidianeidades: esas cotidianeidades de las mujeres: cómo compaginar el éxito profesional (que ellas tres han logrado ya) con el cuidado de los hijos, la atención a la pareja, los desencuentros amorosos, la falta de un hogar propio y el estar en primera línea en un mundo dominado por los hombres. Como todas las demás.

·Concierto de la OEx con Till Fellner. Viernes, 23. 20.30 horas. Palacio de Congresos (Cáceres)

Inauguración del Teatro Maltravieso-Capitol. Viernes, 23. 19.30 Calle Sancti Spíritus, 4-6. Cáceres.

Pablo Guerrero. Viernes. 20.30 horas. Gran Teatro (Cáceres).

‘Vivos libres o muertos libres’. Sábado, 24. 21.00 horas. La Nave del Duende (Casar de Cáceres).

‘Contraescena’, de Funamviolistas. Sábado, 24. 20.30 horas Gran Teatro (Cáceres).