"Si esto acabara en la muerte desearía que se salvara mi diario", escribió el noruego Petter Moen, el 19 de marzo de 1944, en una celda de Oslo. La Gestapo le había detenido por ser el responsable de las publicaciones clandestinas de Noruega durante la ocupación nazi. Su deseo se cumplió: su diario le sobrevivió. Un diario que escribió a escondidas en el miserable papel higiénico parduzco de la cárcel usando como "bolígrafo" un clavo para perforar cada letra con puntitos.

El testimonio de su cautiverio llega por primera vez a España de la mano de la editorial Veintisieteletras. El prólogo, del intelectual chileno Martín Cerda, y un contextualizador epílogo sobre la resistencia de la traductora y especialista en literatura noruega, Cristina Gómez Baggethun, recuperan la historia de Petter Moen (1901-1944) y su Diario, publicado en Noruega en 1949.

Moen, el preso número 5842, escribió en unos pliegos de papel higiénico de 16,5 x 19,5 centímetros. Luego los enrollaba de cinco en cinco y los envolvía en un sexto pliego. Los enumeraba y los metía a través de una rejilla de ventilación de la celda. Fue detenido el 3 de febrero de 1944. La primera anotación es del 10 de febrero, la última del 4 de septiembre. Cuatro días después moría cuando una mina hundió el Westfalen, el barco en el que era deportado a Alemania. De los 400 prisioneros que iban solo se salvaron cinco y la providencia hizo que uno de ellos conociera el secreto del diario. Gracias a él tras la guerra, la policía levantó el suelo de la celda y rescató los pliegos.

"Lo que temo más que la muerte es la tortura". Gran parte de los textos de Petter Moen destilan el terror que le producen los malos tratos sufridos durante los interrogatorios en Victoria Terrasse, el cuartel general de la Gestapo en Oslo, que Moen identifica como VT y tacha de "granja de zorros para personas donde los nazis intentan extraer a sus enemigos la voluntad --y la capacidad-- de resistir".

"En 30 horas allí acabaron conmigo física y moralmente". Le corroe la culpa por haber delatado a compañeros y no deja de pensar en las personas afectadas por la información que ha dado: "Tendría que haber dejado que las bestias salvajes de VT me despellejaran vivo y haber callado. No pude. La angustia y el dolor me quebrantaron".

Moen trabajaba en una compañía de seguros cuando en abril de 1940 los habitantes de Oslo vieron desfilar a las tropas alemanas por sus calles. Ante la ocupación nazi tomó partido y dirigió uno de los diarios de más difusión de la resistencia, el London Nytt , que transcribía sin censura las noticias de la BBC.

"Cada palabra y cada frase están escritas con el esfuerzo de toda la capacidad de sentir y pensar de la que dispongo". Sus reflexiones se nutren de la soledad, el miedo, las dudas, la fe "lo religioso es un sentimiento generado por la necesidad", la desesperación "estuve terriblemente cerca del suicidio. Una bombilla rota y una vena cortada habrían bastado", la añoranza...

Muchos no héroes como él alimentaron la oposición al nazismo de Noruega, un país que erigió el museo de la resistencia, que conserva el original de Moen, y que aún se avergüenza de los colaboracionistas.