El historiador y divulgador Tom Holland (Oxford, 1968) obtuvo un éxito mundial con su libro Rubicón en el 2003. Escrito tras los atentados del 11-S y durante la presidencia de Bush, Holland alertaba de cómo una república podía caer en la tiranía de un César belicista. En junio del 2016, el británico publicaba en el Reino Unido la continuación, Dinastía (traducida ahora por Ático de los Libros): la historia de los cinco primeros emperadores de Roma, Augusto y sus descendientes de la familia Julio-Claudia. Holland lo escribió con el modo de alerta desactivado, sin buscar paralelismos entre la Pax Romana y la no menos relativa Pax Obama. Pero luego vino Trump. Y el libro ya no se lee igual: se pueden encontrar coincidencias inquietantes entre el nuevo presidente y alguno de aquellos emperadores. Especialmente, dos tan peculiares como Calígula y Nerón.

«Desde que se publicó, el tipo de líder político de Augusto, que es al mismo tiempo un autócrata y reclama ser el portavoz del pueblo, parece haberse convertido en la norma. Putin es un perfecto ejemplo, y Trump también. Los paralelismos no son exactos, porque dos milenios más tarde el contexto de Roma es increíblemente diferente. Pero el poder de Augusto y sus sucesores dependía de una fusión de autocracia y populismo. Y ellos también fundamentaron su poder en la habilidad de modelar la agenda para etiquetar a sus oponentes como propagadores de fake news…», explica Holland.

De escribirlo ahora, cree que también hubiese evitado esos paralelismos arriesgados que brotan conversando con él, aunque no explícitamente en su libro. «Pero el ascenso de Trump al poder ha sido fascinante, me confirma en mis ideas sobre varios emperadores, en particular Calígula y Nerón. Lo que resulta verdaderamente terrorífico de Calígula es que era un manipulador político increíblemente astuto», explica el historiador.

Y no cualquier tipo de manipulador. «Lo que descubrió -prosigue- es que insultando a las élites tradicionales, saltando por encima de las convenciones, se convertiría en alguien increíblemente popular. Una y otra vez en su campaña, Trump hacía o decía cosas por las que la gente en el Partido Demócrata o el New York Times creían que acabaría pagando un precio: insultar a los mexicanos, insultar a los musulmanes, al Banco Mundial. Y cada vez resultaba más popular. Creo que Trump hizo lo mismo que hubiese hecho Calígula. No estoy comparando a Trump con Calígula, Trump es malo, pero quizá no tanto…»

JULIO-CLAUDIOS / No parece que los paralelismos hayan de llegar al extremo de que la historia de los Trump acabe como la de los Julio-Claudios, con un presidente asesinado por el servicio secreto y con Washington en llamas. «Bueno, en algún sentido Trump es un político menos astuto que Calígula, porque Calígula se aseguró de que nadie en el Senado o en su familia le pudiese ocasionar problemas. Aunque el principal error de Calígula fue insultar a su guardia pretoriana, y Trump no ha empezado muy bien con la comunidad de inteligencia…», dice riendo el historiador.

Pero es injustificable no haber hablado aún del fundador de la dinastía. «Augusto era un jefe mafioso. Lo que hizo Augusto fue el equivalente a un jefe de la mafia eliminando a todos sus rivales y declarando la paz gracias al sistema de la protección», dice Holland. En su caso, el poder conlleva crueldad y carisma. «Por un lado es un líder tan brutal y sin escrúpulos, y por el otro es el genio político supremo en la historia de Occidente. Simuló que mantenía las virtudes tradicionales romanas y mantenía el poder aristocrático del Senado al mismo tiempo que era un populista clásico que hablaba el lenguaje del pueblo, les daba entretenimiento y pan...»

NOMBRE MANCILLADO / Tras Augusto, Tiberio. «Su nombre fue mancillado por los historiadores romanos, las historias que sabemos de él vienen de una ciudad donde los rumores malvados circulaban arriba y abajo como lo hacen hoy en internet. Pero si vamos a Filón de Alejandría, un judío, habla de él como de alguien con una sabiduría sin parangón», le reconoce Holland, cuyo mayor reto es cribar el trigo y la paja de la visión distorsionada que dejaron historiadores como Suetonio y Tácito.

De Calígula ya hemos hablado, así que saltemos ahora mismo a Claudio. «Gastó enormes cantidades de dinero para ganarse la benevolencia de la guardia pretoriana y el Ejército... mira, es interesante, también es lo que está haciendo Trump», vuelve a reír Holland. Y acabemos con Nerón, otro emperador populista. «Excavar la Domus Aurea permite entender mejor su lunática y soberbia arrogancia. Con esas construcciones espectaculares y asombrosas, llenas de bestias exóticas, instaló un auténtico parque temático. Eso tiene sentido político. No era simplemente un lunático...»

Pero no nos quedemos solo con el glamur. La crueldad de Roma no tuvo igual. Y si seguimos trazando vidas paralelas... «El año pasado -explica Holland- hice un documental para la BBC sobre el ISIS. Fui a una ciudad reconquistada al Estado Islámico, donde habían asesinado a todos los hombres yazidís y esclavizado a todas las mujeres jóvenes, y ejecutado a las que eran demasiado viejas. Vi una fosa común y la ciudad en ruinas (enseña una foto). A algunos los crucificaron, a otros los decapitaron y empalaron sus cabezas. Y recordé a Polibio describiendo una ciudad capturada por los romanos. Era como una ciudad tomada por el ISIS. Yo nunca fui consciente de qué era el poder de Roma como lo fui ante el horror de Sinjar. Aunque, por otro lado, preferiría vivir bajo la Pax Romana que bajo el Estado Islámico...»