Una nueva bomba informativa en el culebrón literario en el que se acabó convirtiendo el destructivo matrimonio que formaron los poetas Sylvia Plath y Ted Hughes. El diario británico The Guardian reveló hace unos días la existencia de unas cartas que la autora envió a su psicoanalista, la doctora Ruth Barnhouse, que trató a Plath tras su primer intento de suicidio y que acabó convirtiéndose en una buena amiga.

En las cartas, la autora revela que sufrió violencia doméstica por parte de su marido y el asunto ha despertado de nuevo las alarmas de la crítica feminista, que ha convertido a Sylvia Plath -quien acabó quitándose la vida tras la separación de Hughes- en una mártir de la causa. Según una de las cartas, Hughes golpeó a su esposa dos días antes del aborto que sufrió entre el nacimiento de su primera hija, Frieda, y el del pequeño Nicholas.

Pero más allá de la polémica, las cartas tienen una importancia crucial en el complejo rompecabezas de la autora porque cubren el periodo entre 1960 y 1963, fecha de su muerte, de la que no se conservan testimonios porque Hughes decidió destruir el último diario de su mujer como forma de proteger a sus hijos. Así que posiblemente estos sean los únicos escritos testimoniales de Plath conservados sin censura. Además, también ofrecen datos de uno de los momentos más dolorosos que vivió el matrimonio, cuando ella descubrió la existencia de la relación que Hughes mantenía con Assia Wevill, que más tarde tuvo una hija con él.

Las cartas formaban parte del archivo de la feminista Harriet Rosenstein y fueron recogidas para realizar una biografía que no culminó. Su existencia se ha revelado después de que un librero anticuario las pusiera a la venta, en nombre de la biógrafa, por 820.000 euros.

El Smith Collegue, donde estudió Plath ha interpuesto una demanda asegurando que la doctora Barnhouse legó todos sus documentos a la entidad y que, por lo tanto, las cartas le pertenecen. Sin embargo, Rosenstein alega que recibió esas misivas mucho antes de la cesión del legado.

Pese a su interés, las misivas no podrán ver la luz durante mucho tiempo. Quizá después del fallecimiento de la única hija viva de Plath y Hughes, Frieda (su hermano Nicholas se suicidó en el 2009), que nunca ha querido ver a su madre como una víctima, o en el caso de que ella decida publicarlas.

The Guardian también recuerda el testimonio dela viuda de Hughes, su última esposa Carol, que asegura que las afirmaciones de que el poeta llegó a golpear a Plath son «tan absurdas como increíbles para cualquiera que conociera bien a Ted».