--¿Cómo nació la idea de llevar al cine la obra de Galceran?

--La productora compró los derechos antes del estreno teatral. Y Mateo Gil (el coguionista) y yo coincidimos por separado en que allí había una película. Se trataba de convertir el universo de las pruebas de selección de personal en la metáfora de muchos comportamientosde hoy. Galceran sabía que el texto era diferente.

--¿Qué cambió de la pieza?

--Creo que ambos textos apenas tienen que ver. De hecho, se acordó no poner el mismo título para no confundir. La singularidad del guión es que se centra en la obediencia ciega, en la ausencia de solidaridad y en el poder como único modo de vincularse socialmente.

--¿Se documentó con auténticas pruebas de selección?

--Sí. Mateo y yo nos entrevistamos con los ejecutivos que las hacen, con numerosos aspirantes y vimos algunas pruebas de las que se realizan. Por cierto, la capacidad técnica es lo de menos; se trata de cuestiones exclusivamente de personalidad. Queríamos que, a diferencia de la pieza teatral, todos los personajes fueran candidatos a un puesto de trabajo, que hubiera algo en juego. No hay crueldad porque sí. De la realidad de ese mundo, elegimos lo más manso porque si no, no nos iba a creer nadie. Un documental sería más duro, más feroz.

--¿Qué supone esta película en el conjunto de su obra?

--Todos mis personajes anteriores habían colisionado con el sistema. Ninguno de los que aparece en El método generan simpatía. De alguna manera, todos ven al principio que tienen un comportamiento indigno, pero ninguno lo denuncia. También tuve miedo porque casi toda la acción transcurre en una habitación; no hay donde refugiarse sino es en los actores o la trama, y los primeros están permanentemente dentro de cuadro y no pueden relajarse. Ese ambiente claustrofóbico ayuda a la tensión de la historia.

--¿Cómo eligió y trabajó con los actores?

--Mientras hacíamos el guión, ya teníamos en la cabeza quién podría representar cada personaje. Son actores muy inteligentes, con diferentes formaciones, y todos tenían ganas de trabajar juntos.