Corría el año 1979 cuando un cáncer dejó a Andy Andrews huérfano de madre. No había pasado ni un año cuando su padre falleció en un accidente, una muerte que un cinturón de seguridad podría haber evitado. Su única hermana estaba lejos. Y Andrews tomó "decisiones equivocadas que hicieron peor una mala situación". Con 23 años, era un sin techo en Alabama, a veces dormía bajo un muelle en la localidad pesquera de Orange Beach y otras en los garages de las casas desocupadas, fuera de temporada, en primera línea de playa.

Pocas cosas esos días permitían intuir dónde estaría Andrews décadas después: en platós lanzando mensajes de esperanza en tiempos de crisis; en reuniones de gigantes como Microsoft dando charlas de motivación; en la lista de los autores más vendidos de The New York Times (apareciendo a veces con una misma obra en las clasificaciones de autoayuda, ficción y espiritualidad); en especiales de televisión, hablando por petición de cuatro presidentes de EEUU (Gerald Ford, Ronald Reagan, George Bush padre y George Bush hijo); animando a las tropas...

Si uno cree el primer capítulo de The Noticer --él insiste en que es cierto--, en el giro radical de Andrew tuvo que ver Jones, un hombre mayor que un día apareció bajo ese muelle y le dio "la perspectiva" que necesitaba en sus reflexiones. "Todo el mundo quiere estar en lo más alto de la montaña, pero, si recuerdas, las cumbres son rocosas y frías --escribe que le dijo Jones, al que convierte en una figura mesiánica--. No hay crecimiento en lo más alto de la montaña. Sin duda la vista es maravillosa, pero ¿para qué sirve una vista? Una vista solo nos permite otear nuestro próximo destino, nuestro próximo objetivo. Pero para alcanzarlo tenemos que bajar de la montaña, atravesar el valle y empezar a escalar la siguiente cuesta. Es en ese valle que atravesamos trabajosamente, aprendiendo y transformándonos, donde podemos alcanzar la siguiente cumbre de la vida".

La puerta que abrió el camino de Andrews fueron las biografías de grandes personajes, de Abraham Lincoln a Anna Frank. Ha leído, dice, más de 200, y fue al buscar los trazos comunes que compartían todos esos personajes cuando identificó siete características que tenían en común.

Así nació The traveler´s gift , su mayor éxito, una obra que, pese a ser rechazada por 51 editoriales, la acabó publicando en el 2002 Thomas Nelson, una editorial de libros cristianos que desde entonces edita su trabajo. Ese libro culminó años de evolución. Porque tras abandonar la vida de vagabundo, Andrew se convirtió en cómico, haciendo de telonero en Las Vegas de Cher, Garth Brooks y Kenny Rogers, quien le animó a potenciar más en sus intervenciones los mensajes de inspiración y motivación. Los chistes dejaron espacio a esas reflexiones. Llegaron los primeros libros. Y en el 2002, con la publicación de The traveler´s gift 1, culminó el éxito.

Grandes ciudades

Con más de un millón de copias vendidas, y traducido a 20 idiomas, el libro terminó de situar a Andrews en el mapa de la influencia de EEUU, una cartografía que a veces escapa a la vista pero se confirma en pabellones llenos de gente en grandes ciudades o en los rincones más recónditos del país, en una fama y un respeto destacables, quizá no entre las élites intelectuales, pero indudablemente en lo que suele llamarse "la otra América".

Es ahí donde más cala su mensaje, donde "las siete decisiones" son religión. ¿Cuáles son sus mandamientos? La adversidad es la preparación para la grandeza. Buscaré la sabiduría. Soy una persona de acción. Tengo un corazón decidido. Hoy elegiré ser feliz. Saludaré el nuevo día con un espíritu de perdón. Y persistiré sin excepción: hallaré un camino donde no hay camino.

El propio Andrews parece aplicarse sus mandatos. En sus apariciones sonríe encantado y, aunque podría vivir ya de su éxito, sigue trabajando. Tras publicar el año pasado The Noticer en EEUU puso en marcha The Noticer project , una iniciativa en la que sugiere a la gente que piense en sus propios Jones, en cinco personas que han influido en sus vidas, que les han ayudado a seguir adelante. La página web está llena de mensajes en los que aparecen cónyuges, amigos, familiares, dioses... Son agradecimientos que cualquiera podría haber dado en cualquier momento, pero no lo hicieron: lo han hecho cuando Andrews se lo ha sugerido. Eso es poder.