Woody Allen recibió ayer la Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que se clausuró el 1 de noviembre. El director del certamen, el periodista Javier Angulo, no tuvo reparos en confesar que la entrega del galardón es una manera de "vender" la Seminci, una cita cinéfila que estaba de capa caída y que este año consiguió remontar el vuelo a pesar de los escasos tres meses que tuvo el nuevo equipo para organizarla.

"Me encantaría que Allen tuviera una relación más estrecha con la Seminci, aunque no es fácil debido a su apretada agenda", comentó horas antes de la ceremonia.

El neoyorquino, de 73 años, y su mujer, Soo-Yi Previn, de 38, aterrizaron en su avión privado, en el Teatro Calderón de la Barca recibió el premio bajo el enorme aplauso de los presentes. "Y ahora tengo que tocar", se disculpó justo antes de dar por concluido el acto. Pasadas las 21.30 horas y delante de unas mil personas, Allen --armado con su clarinete-- comenzó el concierto que tenía previsto con la New Orleans Jazz Band, el primero de su gira navideña por España.