Cerca de tres millones de alemanes murieron tras el final de la II Guerra Mundial, un periodo en el que, auspiciadas por los aliados, se produjeron violaciones masivas y se expulsó de sus casas a 16 millones de personas, según denuncia el historiador británico Giles MacDonogh en Después del Reich .

Publicado por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Después del Reich revela que en 1946 se estima que nacieron unos 200.000 niños fruto de esos ultrajes y violaciones, y además se reutilizaron los campos de concentración y exterminio, incluso los más infames, como Auschwitz, Sachsenhausen, Buchenwald, Dachau y Bergen-Belsen.

En esos campos, los aliados practicaron con el millón de prisioneros de guerra alemanes "métodos parecidos a los utilizados por los nazis", según mantuvo MacDonogh en la presentación en Barcelona de su libro.

"Incumpliendo la Convención de Ginebra, los utilizaron (a los prisioneros) para hacer trabajos forzados y en la mayoría de los casos se puede decir que fueron esclavizados", añadió.

Según MacDonogh, "el final de la Guerra estaba planificado desde hacía mucho tiempo, en 1943 Estados Unidos ya habla de dividirse el mundo con la URSS, por lo que esas atrocidades, ese período de caos que se produjo tras el final de la guerra se podría haber evitado".

La Unión Soviética tampoco respetó la Convención de Ginebra con los 90.000 presos alemanes de la batalla de Stalingrado, de los que "sólo sobrevivieron 5.000, que no pudieron volver a Alemania hasta 1955".

En la primera mitad del siglo XX circuló el mito de que "era sencillo transferir población de un territorio a otro, como ya se había hecho en Grecia y Turquía", pero los aliados occidentales pensaron que los movimientos demográficos se tratarían en agosto de 1945 en la Conferencia de Postdam, cuando "la URSS ya había iniciado en enero estos movimientos de personas y había lanzado una política de hechos consumados", según MacDonogh. Los movimientos de personas, ha afirmado, fueron la mayor causa de los cerca de tres millones de muertos de este período.

El libro no se limita a contar lo que pasó en Alemania y Austria, sino que también aborda lo que sucedió en la Europa del Este y en los Balcanes, así como el juicio de Nuremberg y los subsiguientes juicios y procesos realizados contra nazis de tercera fila que, según su autor, acabaron ocupando cargos importantes en el nuevo estado que nació en 1949.

Masacre de Katyn

En relación al juicio de Nuremberg, el historiador británico considera que "había una falta de cuerpo legal" y menciona la anomalía de que el principal juez de Rusia no era un jurista, sino un general, que "pretendía que se juzgase a los presos de guerra alemanes por la masacre de Katyn, que habían cometido los propios rusos".

Añade que se cometieron injusticias como condenar a generales que no habían participado en las atrocidades del nazismo y que como oficiales en guerra habían hecho lo mismo que los generales aliados.

Además de archivos históricos, MacDonogh ha tenido acceso a numerosos diarios privados, hasta ahora inéditos.