El infierno son los otros, concluyó Jean Paul Sartre. Y no hay nada para despertarlos como ser sincero cueste lo que cueste. Esta es la decisión que toma el protagonista de El misántropo , de Moliere, que hoy ocupa la escena de la sala Trajano de Mérida.

El montaje lleva la impronta italiana de su director, Luca Franceschi, que ha aplicado las técnicas de la comedia del arte italiana (en el uso de las máscaras, en los caracteres marcados, en el énfasis en la interpretación) para subrayar el conflicto entre ser o parecer, entre la verdad dolorosa o la mentira piadosa que toma forma en el personaje de Alceste.

¿Y por qué decide Alceste convertirse en sincero? Por cierta hartura hacia las falsas apariencias, a las sonrisas hipócritas, a las mentiras convenientes... Naturalmente, cuando toma esa postura desconoce sus efectos. Pero enseguida los experimentará, ya que se enamora de una mujer, que representa todo lo que el joven destesta.

LARGA ANDADURA El montaje es una consecuencia del trabajo de tres compañías (El Gato Negro, Teatro de la Abadía e Ystar), que decidieron acometer esta obra escrita en 1666, y que forma parte de las grandes comedias del dramaturgo francés (como El avaro , que estos días se representa en el Centro Dramático Nacional, con aportación extremeña, o Tartufo ).

Estrenada en el 2008, esta versión lleva una larga andadura por los teatros españoles y ahora llega a la red de teatros de Extremadura.

El misántropo es, a juicio de Franceschi, una comedia "difícil", donde la trama se desarrolla principalmente en el discurso de los personajes, con la idea de fondo de la "falsa apariencia" de las personas, según declaraciones recogidas por Europa Press.

La traducción del texto, que ha corrido a cargo de Alberto Castrillo-Ferrer, es singular, ya que se ha españolizado: es decir, se ha adaptado el verso francés tradicional, el alejandrino, a la medida del castellano octosílabo y endecasílabo.