Medicinas que no están disponibles para quienes las necesitan, refugiados que intentan traspasar la frontera de Gran Bretaña, mujeres que juegan al fútbol en un país donde lo tienen prohibido, Argentina, un tren hospital que presta ayuda médica gratuita a pobres...

Son algunas de las historias en forma de documental o ficción que se cuentan en el Festival Internacional Cineposible de Extremadura (http://cineposible.wordpress.com). Historias que llegan de América, del corazón de Europa, de las remotas Africa y Asia, de lugares donde la vida está compuesta de escasas pertenencias, algunas difícilmente conseguibles para muchos.

Hace cuatro años que este festival se adentra en los estratos sociales más desfavorecidos del mundo con una intención de denuncia o de simple relato. Si cada edición procura concentrar la mayor parte de los cortos y documentales que componen su sección de concurso en uno de los de denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio de ayuda a países pobres (promovidos por la ONU), este año presta una atención especial a la lucha contra el sida, el paludismo y otras enfermedades.

El festival se desarrolla simultáneamente en seis ciudades extremeñas. Las 22 obras de la sección oficial se exhiben en Almendralejo, Badajoz, Cáceres, Mérida, Navalmoral de la Mata y Plasencia. Los premios se entregan el próximo domingo en la ciudad almendralejense. He aquí tres de las historias que retratan un mundo poco recordado.

Mujeres . "La lucha de las mujeres ha costado sangre", afirma Rossana Lacayo (Nicaragua, 1956). Su cine está volcado desde finales de los años 70 con la causa femenina en Centroamérica. "Nuestra pelea, allí, se hace como si dijéramos grano a grano", señala. Lacayo se integró durante el periodo posterior a la dictadura de Somoza, la revolución sandinista, en el Instituto de Cine de su país, donde trabajó diez años. Posteriormente fundó su propia productora. Ha rodado cortos de ficción y documentales vinculados a la mujer.

Su último documental, El valor de las mujeres: la lucha por el derecho a la tierra , rodado en Guatemala, Honduras y El Salvador sigue la peripecia de seis campesinas que combatieron por cambiar las leyes que las excluían de la propiedad de la tierra, "a la que solo tenían derecho los hombres". En sus movilizaciones, fueron "encarceladas, maltratadas".

Para esta directora, su compromiso artístico con la mujer "es una necesidad, porque, como decimos allá, la mujer sigue fregada. Han estado marginadas, incluso durante la revolución sandinista se postergó la lucha por la mujer. Así que debo seguir en esa lucha de la que yo también soy parte".

Cree que aunque desde Europa se sabe la situación de pobreza de países como los centroamericanos, "se conoce poco la lucha de estas mujeres y su valentía".

Ahora se muestra ilusionada con la preparación de su primer largometraje de ficción, ambientado en los días finales de la dictadura somocista.

Medicinas . The Daniell Lab fue realizado en el 2008 por la paraguaya de 26 años Sharon Weaver. El filme está dedicado al médico Henry Daniell, una de esas figuras luchadoras, a veces en solitario. Daniell lleva más de 20 años investigando en un laboratorio para producir vacunas y fármacos contra enfermedades mortales, y que serán de un precio asequible.

Weaver es fotoperiodista, titulada en cine. Ha dirigido cinco documentales y cortometrajes desde el 2005. Uno de sus trabajos fue un encargo para fotografiar a Henry Daniell. Entonces le conoció y al cabo de un año decidió rodar un documental sobre el trabajo del médico.

"Lo fascinante de su proyecto es el hecho de que estos medicamentos tendrán un precio barato", señala Weaver, que defiende el valor de documentales como el suyo porque "hace que pueda ayudar a promocionar el trabajo de Daniell y que sus proyectos sigan adelante".

Educación . En dos mundos diferentes, la educación dista de cumplir su misión. Ni en el asentado occidente inglés ni el pobre oriente indio. La productora y guionista François Gouliardon imaginó en The sound of bell a dos niños (Javed, en Rajasthan, y Alex, Yorshire) que desde la lejanía confrontan su experiencia escolar. Uno desea ir a clase, pero las exigencias económicas familiares lo conducen al pastoreo. El otro cumple su obligación escolar en contra de sus deseos y no entiende el beneficio de la educación.

Gouliardon, francesa de 42 años, que vive en Inglaterra, acude al festival extremeño para defender su cortometraje, dirigido por Esteban Gitton. Subraya que en India a muchos niños a los 11 años los apartan de las escuelas para ponerlos a trabajar, como ocurre en The sound of bell . "Y muchas aulas se reducen a una habitación vacía, donde los alumnos asisten a las clases sentados en el suelo y sin lápices o libretas".

"En Inglaterra, no existe este problema, pero tampoco ofrece lo que necesitan los niños. Se da una formación demasiado académica y que no responde a lo que los niños buscan". El corto se plantea, así, como un espejo de dos sistemas educativos insatisfactorios.

La productora francesa subraya las dificultades de acometer un cine social y confía en internet para su difusión. "El problema es económico, porque no hay muchas organizaciones e inversores que quieran costearlos; y además, las televisiones no lo programan, o si lo hacen lo relegan a horarios intempestivos".