La migración, la sensación de abandono, "ese terrible dolor que implica la decisión de irse", le sirvió a manera de lienzo al mexicano Yuri Herrera para escribir Señales que precederán al fin del mundo , una ficción novelada en la que el escritor rinde homenaje a la mujer.

"Aunque la migración siempre ha sido vista como asunto de hombres, también hay muchas mujeres solas, enfrentadas a los mismos peligros que ellos y, aparentemente, con muchas menos armas para defenderse", dijo Herrera.

Es una mujer, Makina, la protagonista de la novela que este autor mexicano nacido en 1970 presenta esta semana en España, un año después de que publicara la primera, Trabajos del Reino , ambas en la editorial extremeña Periférica.

GEOGRAFIA LITERARIA En este caso se trata de una historia que transcurre supuestamente entre tierras fronterizas mexicano-estadounidenses, pero que Herrera nunca llama con nombres propios. Sus personajes simplemente emprenden viaje desde su tierra hacia el "gabacho".

Y si Herrera no adjudica nombres al escenario de su novela es porque no deseaba que la geografía literaria de la obra fuese exclusivamente la frontera mexicana. "En el fondo --dijo-- hay algo más universal, con unos dilemas que también se pueden plantear en otros lugares del mundo".

"La historia de Makina le puede suceder a cualquier otra persona", mujer u hombre, de los y las que cruzan de forma precaria el Mar Mediterráneo desde Africa hacia España, según Yuri Herrera.

La mujer de la novela, que inicia un periplo transfronterizo en busca de un familiar, se mueve entre diversos referentes y personajes típicos de ese escenario: frontera, drogas, violencia, inmigración.

A lo largo de su viaje, Makina vive un sinfín de sucesos que resuelve con decisión y aplomo, sin dejar de evocar siempre las personas y las cosas que deja atrás.

"Como sucede en todas partes, y en México en particular, las mujeres tiene que lidiar con ciertos lastres culturales, como el machismo y la discriminación laboral", dice el novelista.

La novela de Herrera tiene otra mina: el lenguaje. Toda la narración está sembrada de expresiones mexicanas, de adjetivos y expresiones utilizadas como un "juego lingüístico" que el autor achaca a la pretensión de preservar "el espíritu" de la novela.

"El habla -dice- es una representación realista de la frontera, no sólo de la física, la de las noticias, sino de la forma en que yo me reconozco en el otro y el otro se reconoce en mí".