TCtuando por mi pueblo pasa un avión, los niños discuten: "¡Ese va p´madri!", "No, ese p´lisboa!". El trayecto más corto entre las dos capitales pasa por Extremadura. Y éste será el trayecto más recorrido en el Mundial de fútbol que las federaciones española y lusa quieren organizar para el año 2018. Ni para los portugueses, ni para los españoles, ni para ingleses, ni para los más de doscientos países que integran la federación internacional. Este será el mundial de la comunidad de Extremadura, pues nadie como nosotros tendría más cerca el mejor fútbol del planeta. Y nadie como nosotros tendría la oportunidad de ofrecer al mundo en mejor escaparate sus potencialidades.

A los más de dos millones de turistas que este evento arrastrará, según se puede calcular, les gustará ser tratados con hospitalidad, de la cual los portugueses tienen fama.

La parada que gran parte de éstos realicen por aquí debe ser realizada con la máxima hospitalidad. El turismo de Portugal tiene encanto, mucho encanto. Para cuando los venidos de todo el mundo lleguen hasta allí, ya deberían haber tomado nuestro aperitivo, por supuesto.

No cabe duda que a Extremadura se le presenta una oportunidad única, pues de los casi dos mil millones de ingresos previstos, un buen pellizco quedará por aquí, a sumar al ya por entonces procedente de la capitalidad europea de Cáceres. Turismo, Cultura y Deporte.

Portugal y España son fútbol, como lo demuestra que por aquí están los jugadores más reconocidos del planeta. Los lusos viven por su país y por el fútbol. Nosotros no le andamos muy lejos. Portugal es turismo. Para España éste es lo más.

Hay poco más que desayunar en Madrid, comer en Trujillo y cenar en Lisboa. Un evento de este calibre siempre es un impulso y fomento del deporte. Bien le vendrá a Extremadura, que por esas fechas deberá estar compitiendo con equipos del máximo nivel. Bien le vendrá a las relaciones entre ambos países, tan interesantes y tan poco practicadas. Una vez más, el fútbol servirá para algo más que para discutir en los bares.

Ahora empiezo a comprender porqué he visto en los últimos cuatro años más veces a Angel María Villar en Extremadura que a nuestros autóctonos dirigentes en muchos más.

De la capacidad organizativa no debe quedar la menor duda, pues salvo la Eurocopa 2004 en tierras lusas, los últimos eventos en ambos países han sido de rotundo éxito.

El futbolero presidente Guillermo Fernández Vara ya ha tomado nota del asunto, y así lo ha manifestado en algunos foros públicos, el último en la gala federativa. La única incógnita, la siguiente: ¿dónde disputar la final entre ambas selecciones? La pregunta es de fácil respuesta: el estadio Romano de Mérida, tras ser sede olímpica en la cita de Madrid 2016 y con su equipo ya de vuelta en Primera División, por aquellas fechas.