El día 8 de agosto de 2008 se ha convertido ya en un símbolo de esperanza para toda una generación china que ha crecido con el sueño olímpico. Pero ayer cuando por fin llegó el momento, quizá para evitar una excesiva euforia, los pequineses se lo tomaron con mucha tranquilidad.

Pekín estaba en una nube. El Gobierno proclamó jornada festiva. Todos los billetes de autobús habían sido vendidos antes de las 10 de la mañana. Por la tarde ya habían cerrado comercios y cines, conscientes de que nadie iría de compras o a ver una película. Además muchas calles estaban cortadas. La ciudad estaba más vacía que nunca. La mayoría de los pequineses optaron por ver la ceremonia por televisión.

"Hemos aplazado la boda medio año", comentaban Hongbin Liu y Yue Cheng, una pareja que ayer contrajo matrimonio. Pensaron que el 8 de agosto era una fecha magnífica para China, y en consecuencia, también para ellos. Por eso se casaron. "En teoría nos teníamos que haber casado hace medio año, pero pensamos que hacerlo el 8 de agosto sería como festejarlo con todo el país".

No son los únicos que eligieron la fecha: en Pekín hubo más de 16.400 bodas, una cifra que cuadruplica el registro más alto en toda la historia de la ciudad. Algunas oficinas de la administración pública abrieron a las 6 de la mañana para resolver todas las solicitudes a tiempo.

El gigante asiático ha visto el objetivo cumplido: organizar unos Juegos que han impulsado su economía.