Era domingo. Sucedió hace ahora nueve años. Quien suscribe y el redactor gráfico de este diario Rufino Vivas nos levantamos muy temprano para cubrir un partido en Madrid. Jugaban el Getafe y el Cacereño. El complejo deportivo Juan de la Cierva era escenario de un encuentro entre dos de los mejores clasificados del grupo I de Segunda División B. El partido estuvo bien: ganó el Cacereño, entrenado entonces por Angel Marcos, por 1-5. Recuerdo que Edu (ahora en el Imperio) fue autor de 3 goles, todos ellos de penalti. El equipo extremeño se dio un auténtico festín aquel día, en una formación en la que, además del menudo delantero, estaban gente como Raúl Polo, Marrero (ahora técnico del Imperio), Manolo Parra, Palomino, Yeli o Nando, por citar a algunos. El Cacereño terminó jugando la fase de ascenso a Segunda, sin éxito. El Getafe acabó séptimo. Ahí quedó todo. El año siguiente, subió el Getafe. De la cuesta abajo del Cacereño todos hemos sido testigos. Es el fútbol. El club madrileño --con el exExtremadura Belenguer-- vive en la gloria. Por aquí --y no sólo el Cacereño-- nos hemos instalado en la miseria.

*Periodista.