Manuel Martínez Dávila, durante muchos años director general de Deportes de la Junta, es un tipo singular. No soy muy dado a exaltar las virtudes de los políticos, pero en este caso no me puedo resistir a hacerlo con motivo de su próxima jubilación, precipitada con la ´reordenación anti-crisis´ puesta en marcha por el presidente, Guillermo Fernández Vara. Durante los últimos tres años, Manolo ha sido el responsable de infraestructuras deportivas de la dirección general de Deportes en los estertores de su carrera. Por encima de todo, ha sido un hombre dialogante, abierto, currante y diligente. Siempre sujeto a la tara política de su cargo, intentó zafarse de ella y puso todo su empeño en hacer mejor el deporte extremeño desde la humildad y la limitación. Y eso ya es mucho. No faltaba a una competición, fuera domingo, lunes por la noche o fiesta. Allí estaba él para apoyar con su presencia al deporte extremeño. Su buena voluntad ha sido su principal aval, sin duda. Gente como Manolo hacen falta en la política, no solo en el deporte.