Qué diferencia unos y otros. Chente García Acosta, segundo director del Movistar, cogió hace unos días el teléfono y llamo a cuatro (cuatro, ni tres ni cinco) amigos suyos que viven en Bélgica. Les dijo, como ya sabían, que Roubaix estaba a un suspiro de la frontera belga, y si podían ayudarlos con bidones, barritas y ruedas porque les faltaban manos. Vinieron encantados y con la única recompensa de llevarse un 'maillot' firmado por todos los corredores, menos por José Joaquín Rojas, que se fue al suelo en la caída de Richie Porte, y también tuvo que abandonar.

En cambio, solo se veían personas vestidas de amarillo, de un amarillo fosforito y con las letras Sky, bien grandes y en el pecho, para que no pasaran desapercibidos. Estaban por todas partes; perfectamente distribuidos. Eran 40, 40 personas contratadas por el conjunto británico para que se colocarán en diversas zonas de los 15 tramos de adoquines, no fuera caso que alguno de los suyos, sobre todo Chris Froome, tuviera algún percance.

El viaje del sábado

"En el equipo, los 16 auxiliares también estuvieron en las zonas adoquinadas. Yo me fuí el sábado a recorrer la etapa y marqué los lugares que me parecieron peligrosas". En efecto, García Acosta cogió el coche del equipo y partió a primerísima hora del sábado hacia Arras, la ciudad de donde salió la novena etapa del Tour. Desde allí siguió el trazado y las zonas adoquinadas que ya estaban perfectamente señaladas por los empleados de la ronda francesa. Había que tenerlo todo atado y bien atado.

Desde Italia llegó Pablo Lastras, tras acabar la prueba femenina del Giro Rosa, para sustituirlo en la octava etapa, la que se corrió el sábado, ya que el reglamento obliga a que haya siempre dos directores en carrera. "Lo anoté todo y por la mañana les explique a los corredores de forma permenorizada lo que me había parecido la etapa". Por la mañana, en el interior del autobús, y antes de partir hacia Roubaix, se estableció la táctica.

Problemas de aparcamiento

No se sabía que Rojas iba a retirarse (solo les quedan siete corredores para la montaña). Si, en cambio, se preveía que Marc Soler rodaría más tranquilo puesto que se le reserva para la montaña.

Mientras tanto, en las filas del Sky, los hombres vestidos de amarillo comenzaban a partir y a colocarse. El Sky lo hace todo a lo grande. Siguen habiendo carreras entre los miembros de otros equipos para llegar primero al hotel, si lo comparten con los británicos, puesto de lo contrario, de tanto coche que llevan, es difícil encontrar una plaza de aparcamiento.