El entrenamiento vespertino del Real Madrid dejó una imagen que habla por si sola. Luis Figo solo, serio, apoyado en la barandilla esperando durante quince minutos el inicio del trabajo, apartado de sus compañeros y de los rostros de alegría que mostraron en la vuelta al trabajo tras derrotar al Barcelona el domingo (4-2).

Todos bromeaban menos Figo. Eran las 16.30 horas de la tarde y con Vanderlei Luxemburgo charlando con sus ayudantes en un banquillo, los jugadores del Madrid se divertían a la espera del inicio de la sesión de trabajo.

Un gran rondo reunía a la mayoría de madridistas que bromeaban y calentaban de forma animada. Otros, como David Beckham o Ronaldo, se lo pasaban en grande disparando desde la frontal del área a la portería con el objetivo de impactar en uno de los palos y, más tarde, apuntando a uno de los córners, donde se encontraban reunidas las bebidas isotónicas del entrenamiento.

En la otra portería, Raúl Bravo bromeaba con Guti y Borja lanzando a portería. Figo estaba ausente, en su mundo, demostrando con su actitud que no le ha sentado bien su estreno como suplente en el clásico.

Apoyado en la barandilla, mirando a sus compañeros con rostro serio, sólo el guardameta extremeño César Sánchez se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y durante unos minutos se sentó junto a su compañero y le sacó de la soledad.

Luxemburgo no dio pistas sobre el equipo que jugará en el estadio del Levante. Gravesen es duda por un esguince.