Quien realmente apostó por él, el malogrado José Luis Montes, estará feliz como unas castañuelas. Cuando el carismático entrenador le dio la responsabilidad del ataque del Cacereño con apenas 18 años, sabía que en Alexander Alegría Moreno (Plasencia, 10-10-1992) había un delantero de categoría, y no precisamente de Segunda División B.

No se equivocó Montes si miramos lo ocurrido el domingo, cuando el extremeño debutó en Segunda División con el primer equipo del Betis de Pepe Mel. Fueron apenas 11 minutos en el partido ante el Mirandés, de los que extrajo una lectura "agridulce" por no haber conseguido la victoria (0-0).

Alex Alegría recibía así el primer gran premio a su trabajo durante las dos últimas temporadas en el filial bético, al que llegó del Cacereño con la aureola de haber hecho diez tantos, los mismos que acumula esta temporada, uno de ellos al CPC en el Príncipe Felipe que abrió la cuenta del triunfo bético ante los verdes (1-3).

De la cantera del San Miguel, Alex llegó al Cacereño sin apenas hacer ruido. Fornido, con un poderoso juego de espaldas propio de jugador de fútbol sala, el placentino se ha hecho definitivamente jugador de élite. "Es una inyección de moral para los canteranos. Ahora toca luchar y trabajar para gozar de más minutos", recogía el diario Estadio Deportivo como primeras reflexiones del punta tras el debut.

Hasta su amigo Gonzalo Llerena, del Cacereño, le ha felicitado. "Te lo mereces", le ha transmitido el central segedano a través de un mensaje en la red social Twitter. Con 1,88, a Alex le ha llegado la hora de la verdad. Aún no ha renovado, pero en Sevilla dan por hecho de que lo hará en breve. De momento, Mel confía en él.

Declarado admirador de Fernando Morientes, "que es paisano", recordó, contó al citado diario andaluz tras sus dos tantos a La Hoya Lorca (1-2), sus referentes actuales son Ibrahimovic, Llorente y Aduriz, futbolistas con los que guarda cierto paralelismo por su corpulencia y manera de entender el fútbol. Pero él quiere abrirse camino con sus goles y su trabajo, con esa humildad que siempre le ha caracterizado en su aún incipiente carrera profesional.