ANTONIO MAYORGAS

Ahora que la Ferrari-manía puede no estar en su momento más álgido en España, debido al cambio de escudería de Fernando Alonso y el aterrizaje en ésta de su enemigo Sebastian Vettel, martillo durante las últimas temporadas, se da a conocer la inauguración cercana de "Ferrari Land", el parque temático de la marca en Port Aventura. Han sido el propio Vettel, Arthur Mas y Maurizio Arrivabene, los encargados el pasado día 7 de mayo de colocar la primera piedra.

España se suma así al abanico del mundo "experiencia" que ofrece la marca, donde además de esta oferta de futuro, encontramos el "Ferrari World Abu Dhabi", parque temático anexo al circuito de Yas Marina inaugurado en noviembre de 2010.

A pesar de ser Ferrari el claro ejemplo de lo que Kevin Roberts, director en 2004 de Saatchi & Saatchi, una de las agencias de publicidad más importantes del mundo, definía como una "Lovemark", no todo han sido éxitos. El pasado año, casi coincidiendo con la difusión del abandono de Fernando Alonso de la Scudería, cerraba la Ferrari Store de la calle Serrano de Madrid. Este "incidente" no menoscaba el poder e influencia de la marca en los aficionados al motor, alejados de la moda vinculada exclusivamente a la presencia del piloto español.

El cine ha sido también un habitual aliado del Cavallino Rampante , no solo por su presencia en innumerables films sino también por su papel protagonista. Las últimas noticias apuntan al nuevo trabajo sobre Enzo Ferrari, producido por Gianni Bozzacchi que intenta convencer a Clint Eastwood para dirigirla y de la que ya ha transcendido que contaría con Robert de Niro en el papel de "Il Commendatore". Casi simultáneamente también se ha conocido el interés de Michael Mann en dirigir otra cinta sobre el fundador de la marca. Y es que la épica de una marca no solo aporta admiradores y aficionados que posiblemente nunca podrán ser clientes de su producto pero para los que siempre se podrá generar producto.

Y es innegable que incluso antes de su fundación en 1929, Ferrari ha estado envuelta en esa magia que impulsa al olimpo a los elegidos.

Un poco de historia

Corría 1923, cuando el joven Enzo Ferrari que competía con Alfa Romeo conoce al conde Enrico Baracca, padre del as italiano de la aviación durante la Primera Guerra Mundial, Francesco Baracca, abatido en el municipio de Montello, que decoraba el fuselaje de su avión con el famoso Cavallino Rampante . Es su madre, la condesa Paolina Biancoli quien le pide que use el caballo de su hijo como emblema, conservando el color negro original al que añadió el color representativo de su ciudad natal, Módena, el amarillo, e introdujo una curiosa modificación sobre el caballo original del piloto, modificando la cola que en el escudo del aviador apunta hacia abajo y la que incorpora el logotipo de los automóviles, hacia arriba.

Desde los inicios, Ferrari tenía como objetivo el mundo de la competición. Presente en la fórmula 1 desde su nacimiento en 1950, la venta de sus coches era inicialmente tan solo una forma de financiar las carreras.

Hoy, lejos de la filosofía de los parques temáticos, podemos respirar ese espíritu de competición en el Museo Enzo Ferrari de Módena donde se ubicaba su residencia y la fábrica original, traslada en 1943 a Maranello para evitar los bombardeos de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, lo que no evitó que lo fuera finalmente en 1944 y fuera reconstruida en 1946.

Es aquí, en Maranello, donde todo respira a Ferrari: los nombres de las calles, monumentos, la fábrica, tiendas para alquilar los coches... y el Museo Ferrari.

Al museo se accede por una entrada general de 15 euros que puedes combinar con el Museo Enzo y obtener un precio de 26 por ambas entradas (descuento de 4). Mi recomendación es que preguntes por la visita a la fábrica, que está incluida en el precio pero que tiene unos horarios establecidos solo por la mañana. En este recorrido en bus, no se accede a procesos de producción de la fábrica pero entrarás en "la fortaleza" y recorrerás alguna de sus calles interiores con nombres de pilotos míticos.

Mucho contenido

El museo en sí necesita unas tres horas para recorrerlo sin prisas y disfrutar de las piezas únicas expuestas. Es quizá el valor de éstas lo que realmente hace de él algo único. Ni las espectacularidad de los parques temáticos, ni la extensión que quizá yo mismo esperaba, pero cansado de las réplicas de los centros comerciales, exhibiciones rodantes, stands en diversas ferias... la autenticidad de lo allí expuesto es un disfrute para el aficionado.

Un simulador, réplica del pit donde vemos a los ingenieros y jefes de equipo seguir las evoluciones de las pruebas, el despacho original de Enzo, los coches que han sido "protagonistas" en películas de Hollywood como el 512S participante en 1971 en la película de Steve McQueen "Le Mans", coches de calle, el 250 GT California, 365 GTB Daytona, piezas desconocidas para el gran público (o al menos para mí era la primera ocasión en la que los veía y leía sus nombres), Thomassima III, Colani Testa D'oro, del campeonato de resistencia, el "Salón de la Fama" con los coches campeones del mundo, cascos de Schumacher y Lauda... y ¡¡¡por supuesto tienda!!!!

Eso sí, no esperes encontrar el 'espíritu Alonso' en la exposición, aquí solo se rinde culto a los campeones del mundo pero la sombra de Jacky Ickx, Mansell, Lauda, Schumacher... es alargada y está allí.