Fernando Alonso es uno de los grandes deportistas españoles de la historia. Pero, claro, el asturiano no puede poner de acuerdo a todo el mundo. No solo hubo gente que le criticó por aceptar el reto de las 500 Millas de Indianápolis antes que un GP más del Mundial, cierto, se trata de Mónaco, pero ahí ya ha ganado el Nano, e, incluso, quien considerase un gesto muy feo abandonar el Circuito de Montmeló, para jugar un partido de padel, mientras su equipo empleaba las siguientes seis horas en cambiar, de nuevo, el motor Honda de su McLaren que, de nuevo, se rompió en la tercera curva de Montmeló.

Pero Alonso volvió a demostrar ayer que es uno de los mejores pilotos de todos los tiempos y, desde luego, un piloto ganador si tuviese un coche competitivo y no este McLaren (precioso, cierto), pero insufrible y muy poco veloz. Alonso bromeó con su experiencia de estas últimas semanas en la Indy y reconoció, en el apoyo de las gradas, algunos de los motivos para explicar de su fantástica clasificación, un séptimo puesto tras los Mercedes, Ferrari y Red Bull. «Son los aficionados los que me empujan, y estar en los ovales me ha hecho ser más rápido en las rectas», bromeó tras reconocer que ni él mismo se esperaba acabar séptimo. «No esperemos más para el domingo, no pidamos más para la carrera, el milagro ya se ha producido: Fernando ha metido un coche que no va en la séptima posición de la parrilla. Es un genio», dijo Pedro Martínez de la Rosa, comentarista en Movistar+.

Alonso, que bromeó sobre el hecho de que «tal vez practicar en Indy me ha hecho ser más veloz en esta recta», reconoció que había sido un gran día y espera que sea un gran domingo «no obstante, soy el piloto que más puntos ha sumado en Barcelona en su historia. ¿Por qué?, porque este público me empuja».