Es rápido, duro, decidido. Recuerda a uno de esos héroes de las películas de acción que se mantienen en pie tras recibir un golpe, otro y otro. Lewis Hamilton es un gran encajador, no hay duda. En el Gran Premio de Bélgica recibió un nuevo corte, otro zarpazo, pero sigue agarrado al liderato del mundial. Puede que se esté tambaleando, aunque no lo transmite. Solo Fernando Alonso puede saberlo y quizá por ello sigue castigándole, puntito a puntito, es verdad, pero minándole la ventaja y la moral una y otra vez.

Sobre el trazado de Spa le arrebató otro punto --ya solo les separan dos-- pero, más importante, le enseñó los dientes en la primera curva. El asturiano también sabe jugar duro. Es el bicampeón y no se va a dejar avasallar por el aspirante en un final que se presume de foto finish en la última carrera de Brasil.

GRAN ENCAJADOR Fue golpeado por Felipe Massa en Montmeló, otra vez en Nurburgring, y prefirió irse a la arena antes que impactar contra Hamilton en Canadá. Alonso siempre se ha distinguido por su limpieza en la pista, y esta temporada le han dado en las dos mejillas, pero no va a consentir que su compañero le avasalle. Hamilton, no. El inglés lo intentó en el último Gran Premio de Italia y por poco acaban los dos fuera en la primera chicane.

Alonso ya sabía lo que le esperaba ayer en Spa y no le tembló el pulso para arrinconar a su compañero contra el exterior de la primera curva de una forma tan legítima como contundente. Se quejó el inglés, pero al asturiano le da igual lo que diga él y su jefe. Ya no les escucha. "Ayer Ron dijo una cosa, hoy Lewis dice otra... y mañana dirá otra Ana Rosa Quintana", reflexionó.

Hace ya muchas jornadas que Alonso solo se preocupa de ganar las carreras, al menos de superar a su compañero. Aunque en Bélgica no lo tuvo claro hasta el segundo repostaje. "Siempre tienes tus preocupaciones. Me dijeron que Lewis iba a parar tres o cuatro vueltas después que yo. Al principio temí que los neumáticos blandos tuvieran mucha degradación, graining o algo, pero cuando vi que aguantaban bien desaparecieron gran parte de las preocupaciones que tuviese".

La victoria de Kimi Raikkonen y el sumiso papel de Massa --el brasileño podría haber exprimido mucho más su motor después de retirarse en Monza-- hacen pensar en que en Maranello ya han apostado por el finlandés en el mundial de pilotos. De Bélgica sale Kimi a 13 puntos de Hamilton, con tres carreras por disputar. Y esa es la mejor garantía antisabotaje para Alonso, mucho más eficaz que la que le ha prometido Max Mosley desde el sillón de presidente de la FIA. "Kimi ha recortado cinco puntos de una tacada. Estar a once puntos de mí a falta de tres carreras no es tanto. Hay que intentar ganar carreras, sobre todo, en circuitos favorables para nosotros", reflexiona el bicampeón.

EL MEJOR AMIGO El español siempre señaló al finlandés como su gran rival por el título y ahora puede que sea Kimi quien mejor le garantice fiabilidad mecánica en su McLaren hasta Brasil. Puede que en la madrugada del 21 de octubre en Sao Paulo sirva a Kimi unas caipirinhas, incluso puede que invite a sus amigos, que van a los circuitos disfrazados de gorilas con un cartel de Iceman, a su fiesta en la que, seguro, segurísimo, no estará ni Dennis, ni Hamilton, ni nadie con la camiseta de McLaren que no sea Pedro de la Rosa, Fabrizzio, su fisio, José Santos, el encargado de la radio, o Enrique, el camarero español del Brand Center.

Raikkonen logró su tercer triunfo en Spa (2004, 2005 y 2007) y lo celebró como pocas veces. Hizo girar su coche en redondo sobre sí mismo e incluso se subió al Ferrari y levantó los brazos. Lo nunca visto. Vuelve a luchar por el mundial, ya ha domado a su compañero y sabe que aún quedan circuitos favorables a su monoplaza. Eso sí, necesitaría un fallo de los McLaren, sus esperanzas residen en una trifulca entre las flechas plateadas, precisa de un reguero de sangre en el duelo entre los favoritos. Y no será fácil, porque ni Hamilton ni Alonso son de los que yerran.

TRES FINALES Faltan tres carreras y dos puntos que recortar, pero para Alonso solo hay una forma de enfocar las tres finales: "Acertar en la puesta a punto del coche el viernes, no fallar en la crono, que se convierte en algo fundamental, y esperar tener suerte".

Fernando sabe que todos los títulos se deciden por detalles. En el 2005 se decidió por la poca fiabilidad de los McLaren-Mercedes; en el 2006, por lo que pasó en Suzuka, cuando Michael Schumacher rompió el motor. Y este año, a falta de tres carreras, no se puede hacer pronóstico alguno, ni acercarse. "Cualquier cosa te puede hacer decir adiós al título y le puede suceder a cualquiera. Que no sea a mí".