Después de la patética imagen del derbi extremeño por las medidas de inseguridad del Príncipe Felipe, que provocaron piedras, palos y vergüenza, Cacereño y Badajoz demuestran que el conflicto está en la grada y no en el palco, con un acuerdo para visitar colegios. La idea está bien, pero habría que añadir dos cláusulas: la primera, que Campo reforzara notablemente la seguridad de su estadio. Y la segunda, que el Cacereño prestase al Badajoz su engalanado autobús, de cara a la liguilla de ascenso. Después, un partido amistoso en Cáceres, pero a puerta cerrada...por si acaso.

*Periodista.