Por segunda vez en toda la historia, Barcelona y Real Madrid se enfrentarán (a partir de las dos de la madrugada próxima, en directo por Cuatro) en un partido sin nada en juego, si es que eso fuera posible. El amistoso menos clásico de los dos grandes, que a cambio de una generosa oferta (seis millones de euros para cada uno) han accedido a trasladar su duelo eterno hasta Miami. Solo existe un precedente, también en América, cuando ambos participaron en un cuadrangular en 1982 en Venezuela.

Será el primer clásico de la temporada, en la que podrían llegar a disputarse un total de nueve si se cruzaran en la Copa del Rey y en la Champions. De momento están garantizados los tres primeros en 19 días (el de Miami y los dos de la Supercopa, el 13 y el 16 de agosto) y los de la Liga. Aquellos serán mucho más relevantes, a pesar de que el Barça se juega la conquista de la International Champions Cup, la pseudocompetición que engloba los amistosos de los clubs europeos. Si vence, habrá completado su participación con tres victorias en tres partidos. El Madrid, de momento, ha perdido los dos que ha jugado, con el Manchester United en los penaltis y con el City de forma contundente (4-1).

El caso Neymar se repite en cierto modo en el Madrid. En el club del Bernabéu andan pendientes de Gareth Bale y su posible marcha al Manchester United. El galés también renovó en octubre, como el brasileño (en su caso hasta el 2022), pero su continuidad a las órdenes de Zidane parece incierta.

Bale asegura que no quiere irse del Madrid, pero el club persigue a otro jugador, Kylian Mbappé, la perla francesa del Mónaco (18 años), cuya llegada implicaría la marcha de Bale, aunque de momento todo son especulaciones. El conjunto monegasco pide unos 180 millones y la operación está estancada.