REAL MADRID: Casillas; Carvajal (Arbeloa, m.73), Pepe, Sergio Ramos (Varane, m.89), Marcelo (Coentrao, m.43); Kroos, Isco, James; Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema.

SAN LORENZO: Sebastián Torrico; Julio Buffarini, Yepes (Cetto, m.61), Kannemann, Emmanuel Más; Néstor Ortigoza, Juan Mercier; Enzo Kalinski, Gonzalo Verón (Romagnoli, m.57), Pablo Barrientos; y Martín Cauteruccio (Matos, m.68).

GOLES: 1-0, m.37: Ramos. 2-0, m.51: Bale.

ARBITRO: Walter López (Guatemala). Amonestó a Ramos, Carvajal, Ortigoza, Barrientos, Buffarini y Kannemann.

El Real Madrid conquistó su primer Mundial de Clubes imponiendo su fútbol a la batalla que presentó San Lorenzo y plasmando su superioridad para convertirse en el mejor equipo del mundo, con goles de Sergio Ramos y Garteh Bale en el broche de oro a un año histórico (2-0).

El Real Madrid toca el cielo convertido en una máquina de ganar. Convirtiendo una final en un partido más de una racha victoriosa que no tiene fin. Veintidós encuentros consecutivos tumbando rivales que van dando forma a un equipo de leyenda. Tras cumplir el ansiado sueño de la décima Copa de Europa conquistó por primera vez el título que faltaba en la sala de trofeos del Bernabéu.

Era el partido que esperaba el Real Madrid que se ha convertido en un canto al buen fútbol, guiado por un técnico que enterró tiempos oscuros con una apuesta clara por el buen gusto. Carlo Ancelotti inculcó una filosofía que encaja a la perfección con la historia madridista. Cambió la mentalidad para, primero querer el balón, y desde la posesión mostrar un fútbol directo demoledor. Sin espacios estuvo incómodo pero con Iker Casillas como un espectador más, el triunfo era cuestión de tiempo.

Con la posesión no crearía peligro el Real Madrid. El 'Patón' Bauza corrigió todos los errores tácticos de la semifinal. Juntó líneas y esperó al Real Madrid. Más cómodo en este papel que en el de protagonista que debía asumir ante el Auckland City. Jugó por momentos por encima del límite de agresividad permitido San Lorenzo. Kroos se enfadaba por una patada a destiempo, Cristiano desesperaba por la excesiva dureza y Ancelotti se quejaba amargamente.

No debían contagiarse ni entrar en su juego. Cristiano buscaba su gol con una falta lejana a manos de Torrico y ante las continuas interrupciones con protestas de los argentinos en cada decisión del colegiado, Ramos y Carvajal cometieron errores que costaron amarillas que les condicionaban. Necesitaba el conjunto español más de James, que reaparecía.

El balón parado era otro recurso por explotar según el partido quedaba expuesto. Benzema despertaba de su siesta inicial para probar a Torrico con un disparo desde la frontal y castigar un error en la salida de balón de Kalinski, para asistir a Bale que chutó al meta rival con Cristiano desesperado pidiendo el balón.

Eran momentos en los que el Real Madrid subía el ritmo cuando apareció de nuevo Sergio Ramos vestido de salvador. El héroe de la décima lo volvió a repetir. La rosca perfecta de Kroos en el córner encontró el poderío del camero en el juego aéreo. Remató con el corazón a la red y cambió el guión.

PARTIDO NUEVO San Lorenzo ya estaba obligado a atacar y los espacios, tan bien aprovechados por la velocidad de la BBC (Bale, Benzema, Cristiano), permitirían al Real Madrid reencontrarse con su verdadera imagen en el segundo acto. No tardó en castigar a su rival con fallo garrafal de Torrico. Apareció Isco para poner su magia en el pase entre líneas a Bale. Controló y chutó con la zurda sin colocación pero encontró el error en la postura de Torrico al intentar atajar.

El segundo tanto era el punto final al partido. San Lorenzo, inoperante en ataque, no tenía fútbol para remontar. Suficiente mérito tenía su presencia en Marruecos tras premiar su crecimiento con una Libertadores inolvidable. Sin poder más en el verde la exhibición llegó en la grada donde sus 12.000 seguidores dieron una lección.

Corrió hasta el último segundo el equipo argentino mientras el Real Madrid se acomodó. Antes del fin hubo tiempo para que Casillas apareciese con una buena parada a disparo de Kalinski y otra a Mercier. El travesaño evitaba el doblete de Bale en un centro envenenado pero ya era lo de menos. El Real Madrid ya había conquistado el mundo con superioridad.