Quizás el Serrano Macayo no le traiga a Andrea Vilaró los mejores recuerdos de su vida, pero ella no deja de sonreír ni un momento porque si hay algo que ella ama, es el baloncesto. Fue en esta pista cuando, el 13 de marzo del 2016, se lesionó de gravedad en la rodilla en un encuentro frente al Gernika. Estuvo más de medio año sin jugar, pero consiguió volver a base de tesón. Lo hizo además en la Liga Femenina, con el Cadí la Seu, con el que espera enfrentarse la próxima campaña a su anterior equipo, Al-Qazeres.

"Estoy muy contenta de estar aquí. Esta fue mi casa y tenía muchas ganas de volver. ¿Qué mejor que hacerlo con esta ocasión?", comenta, justo después de ver la victoria de sus excompañeras ante el Rivas Promete. "Tengo muchas amigas en todos los equipos, pero está claro que voy con el Al-Qazeres. Me encantaría que subiese y la temporada que viene poder jugar contra ellas", añade.

Vilaró reconoce "haber sufrido mucho" con la rotura de ligamentos y, poco después, con el descenso del Al-Qazeres, pero eso ya lo deja atrás. Es una chica de una enorme positividad que ahora mira hacia adelante con determinación. "Conseguí volver y creo que lo hice bien, sobre todo muy bien físicamente. Tengo contrato para el próximo año con Cadí y espero que la situación siga igual", apunta.

Es una más de la multitud de personas relacionadas con el baloncesto femenino a nivel nacional (jugadoras, entrenadores, agentes, directivos) que se están dando cita en Cáceres. "Son unos días bonitos, un motivo de encuentro. Se vive de forma diferente. Siempre he venido como aficionada y lo suelo pasar muy bien", comenta.

Acaba la conversación y se pone a ver su cuarto partido del día. Es lo que pasa cuando llevas el basket en la sangre.