Como su compañero Carlos Palomo, otro histórico del club, Angel Morro Borrega (Madrid, 27-12-1984), lleva tatuado el escudo del equipo de su vida, el de su Sanvicenteño, del grupo XIV de Tercera. Es puro amor, pura pasión, un sentimiento que va más allá de lo deportivo. "Somos modestos, sí, pero lo llevamos muy dentro", no duda en decir el protagonista de esta historia de fidelidad.

El capitán del Sanvi abandera a este club humilde desde su particular atalaya de futbolista importante. Pero es por puro placer. "A mí lo que me gusta es esto del fútbol", espeta dentro de un estado de felicidad y orgullo que ha sufrido algún que otro revés, siempre asumible.

"Quizá ahora sea mi peor momento". En efecto: Angel Morro no juega desde mayo por culpa de los problemas en una rodilla que le ha hecho pasar por el quirófano dos veces. "Estoy deseando volver ya. Mañana (por hoy) me pueden dar el alta definitiva, aunque llevo corriendo un par de semanas". Quiere que sus hijos le vean jugar en su equipo. Ya lo ha hecho la mayor, de 3 años, y sueña con que lo haga el pequeño, de 3 meses. "No me quiero retirar sin que me vea", recalca.

15 años en el primer equipo, 18 en el global en el club corchero, con una incursión en el vecino Alburquerque, jalonan la carrera de un medio centro respetado en el concierto del fútbol extremeño, un estandarte del Sanvi . "Debuté en Tercera con 15 años. Fue ante el Valdelacalzada el 19 de diciembre del 2000 y empatamos 1-1. Jugué 20 minutos", recuerda con nitidez. Desde entonces, complicidad plena.

Juanjo y Santos Granado han sido sus entrenadores fetiche en esta larga trayectoria en el Sanvi para un jugador que no vive, evidentemente, del fútbol. Sería imposible. "Soy dinamizador cultural y deportivo en el ayuntamiento desde hace nueve años". Su futuro profesional pasa por este trabajo en una localidad a la que llegó "con tres años y medio" desde Madrid. Su padre, de su mismo nombre, volvió al campo y su madre, Faustina Borrega, "tiene una tienda de alimentación en el centro del pueblo desde hace 21 años", cuenta con cariño.

Por supuesto, él es muy de San Vicente de Alcántara. "Todo lo mío está aquí: mi familia, mi trabajo..." y su club, claro. Ahora se prepara también para ser entrenador, opción que no descarta desarrollar. No es baladí en perfiles como el suyo.