Pereiro lleva una inscripción en el brazo izquierdo, allí donde está la cicatriz, testimonio de su gravísima caída de hace un año en el Agnello. Casi se mata y hasta pareció poco que solo se fracturase el húmero. En el brazo lleva tatuado el nombre del puerto. Regresó con ansias. "Pero estas ansias por querer ponerme en forma y correr como antes de la caída han hecho que compitiera demasiado". Hay muchos ciclistas que no vuelven a ser los mismos después de sufrir un grave percance. A Pereiro, pese a sus palabras de autoconvencimiento, no se le vio en este Tour con la chispa de años anteriores. No ha podido ser protagonista. No hay marcha atrás.