Me dicen que el show de Niza de U2 ha sido fantástico". La frase es de Lance Armstrong, colgada, como siempre, en su Twitter, horas antes de empezar otra etapa del Tour que distó mucho de ser el espectáculo montado por la banda irlandesa en la Costa Azul. Otra jornada de intenso pedaleo, todos juntos y no revueltos, pelotón compacto, en grupo, donde hablar, donde establecer conversaciones, suele ser lo más habitual y corriente para no aburrirse como los espectadores.

Pero algunos ciclistas, lejos de bostezar en el pelotón, aprovechan jornadas como la de ayer y las dos anteriores, igual de insulsas, para sondear, tratar de descubrir estrategias de equipos rivales y hasta, quién sabe, para buscarse aliados más allá de los propios del equipo y que en algunos casos son muchos, aun sin ser el aparente jefe de filas.

Y cuando todos estos detalles giran alrededor de un único ciclista --la televisión francesa no pierde detalle--, llamado Lance Armstrong, solo hace falta preguntarse: ¿por qué está el tejano tan parlanchín, muchísimo más que en su época de reinado incuestionable en el Tour?

La respuesta vuelve a encontrarse en su espacio de internet, en la red Twitter, donde uno se percata de quiénes son los amigos del tejano. El pelotón del Tour parece rodar en el sentido de dos ruedas, la de los anglosajones bajo la capitanía de Armstrong y la del resto, franceses, italianos y españoles. Y entre estos, cómo no y al frente, Alberto Contador. Parece que el pelotón del Tour deba decantarse hacia uno u otro lado.

LOS DETALLES Se desconoce si Contador se habrá fijado en el detalle, pero todo parece indicar que Armstrong está formando su propio grupo de confianza, amigos unidos por la lengua inglesa, la que no quiere pronunciar Contador en las conferencias de prensa porque entiende que el francés y el castellano han sido los idiomas dominantes del ciclismo. Todavía no se ha olvidado el polémico corte por el viento, en ruta hacia La Grande Motte. Allí, con Armstrong en carroza, trabajó como un animal de carga George Hincapie, el que toma café con Armstrong, el único ciclista que lo acompañó en los siete Tours victoriosos. Hincapie encabeza el grupo de colegas del tejano. Le sigue Michael Rogers, cada vez menos contrarrelojista y más escalador, y Christian Vandevelde, que llegó a ser su gregario, al igual que David Zabriskie.

No termina aquí el grupo de influencia, los que salen en el Twitter, como el japonés Fumiyuki Beppu, que arrastra a los periodistas de su país como si fuera el mismo Armstrong, el holandés Laurens Ten Dam, miembro de un Rabobank roto y sin chispa, y el británico Bradley Wiggins, que ha aguantado sorprendentemente en los Pirineos, prueba de su fortaleza o de que aún no ha ocurrido nada.

Atención especial merecen los dos últimos nombres de la lista de Armstrong. Uno es su compatriota y único integrante del Astana en esta referencia, Levi Leipheimer, que ayer se cayó, la estrella de segundo escalafón a la que siempre ha costado más trabajar por Contador; el que casi le dio un susto en la contrarreloj final de la Vuelta y el que ahora parece entregado al ciclista con el que dio las primeras pedaladas. Y el otro, el nuevo amigo con el que está haciendo migas, Andy Schleck, el que más puede incordiar a Contador en las cimas.

LA TRANQUILIDAD Por eso, no resulta extraño escuchar esta frase en el lado contrario. "Es normal que los amigos de Contador se enojen cuando ven que no tiene el apoyo de su equipo". Comentarios que tratan de no dar importancia a los gestos de Armstrong. "Contador esta muy fuerte. Esto es lo que tranquiliza". Hoy llegan los Vosgos.

Hoy los padres de Alberto Contador, naturales de Barcarrota, lo esperan en la meta de Colmar. "La etapa será movida, pero otros deben actuar antes que yo", palabra de Contador, que no se puede fiar ni de su sombra.