Lance Armstrong tiene un presentimiento. Y no es precisamente bueno. Ya lo ha dicho a algunas personas de su confianza. El tejano teme que no pueda ganar su quinto Tour consecutivo porque las cosas no le están saliendo como él quería. El norteamericano salió de los Alpes con la evidencia de que no conseguía marcar las diferencias de otros años. Ya se vio en el Galibier, el domingo pasado, cuando pasó un mal día. Y también se le notaron esos problemas en el estreno alpino del sábado al no correr muy sobrado de fuerzas.

El estadounidense ha cambiado su forma de ser. No se muestra ni tan arrogante, ni tan agresivo como en otros Tours. El lunes, antes de tomar la salida, en la etapa marcada por la caída de Beloki, pidió perdón a sus compañeros, sobre todo por si habían entendido como una crítica hacia Manolo Triqui Beltrán el comentario que efectuó en Alpe d´Huez, en el sentido de que el jienense le había sacado de punto al lanzarle con excesiva fuerza.

LAS EVIDENCIAS

Armstrong llamó el lunes por la tarde a Beloki, interesándose por su estado. Habló con Pedro Celaya, médico del ONCE-Eroski, que antes lo había sido del US Postal. Roberto Heras y George Hincapie, compañeros del tejano, también contactaron con Beloki.

La verdad es que las cosas no le salen como él desea. Y las evidencias son claras. Ya en el prólogo de París firmó una actuación discreta, pero mantuvo el tipo en el grupo de los grandes favoritos, aunque por detrás de ciclistas como Jan Ullrich, a quien sigue temiendo, y Haimar Zubeldia, llamado a ser una de las grandes revelaciones de esta ronda francesa.

Armstrong se alegró cuando el US Postal ejecutó al resto de formaciones en la contrarreloj por equipos. Aquel día sí estuvo pletórico y se observó a ese corredor incuestionable de pasadas ediciones. En cambio, en los Alpes no consiguió destacar como quería. En la primera etapa se dedicó a controlar la carrera, gracias a su equipo. El domingo, sufrió en el Galibier y, en Alpe d´Huez, no abrió diferencias. Allí comprobó como el retirado Beloki, Hamilton, Zubeldia y hasta Mancebo, con algún problema, mantenían su ritmo. Ni por asombro pudo ascender como lo hizo el vasco Iban Mayo.

Mientras tanto, el danés Jakob Piil, del CSC, se adjudicó la décima etapa disputada entre Gap y Marsella, de 219,5 kilómetros tras superar en un duelo final al italiano Fabio Sacchi, mientras que el pelotón adelantaba la jornada de descanso con un retraso en meta de 21 minutos y 24 segundos.

Piil, un veterano rodador de 30 años, logró la victoria de su vida en la tercera participación en el Tour, y lo hizo aplicando la ambición, el atrevimiento y la experiencia, ante un hombre rápido como Sacchi, con quien compartió una escapada de 20 kilómetros tras despegarse de 7 compañeros, donde iban dos españoles, García Acosta y José Enrique Gutiérrez.