Sin concesiones. Esta es la consigna de Lance Armstrong en el camino hacia su sexto Tour consecutivo. El estadounidense, que ayer ganó su tercera etapa seguida en los Alpes, parece decidido a emprender una venganza particular. Tal vez contra todos, incluso contra el propio Tour y sus organizadores, los que trataron sin éxito de dibujarle el trazado que creían se adaptaba menos a sus condiciones. Tal vez, ayer, alguien tachase al tejano de arrogante. Pero lo cierto es que el jersey amarillo ganó casi sin proponérselo. Descubrió que su deseo habría sido que su ayudante, Floyd Landis, se anotase la victoria. Al no poder hacerlo, decidió quedarse con la etapa. Al enemigo, ni agua.

Fue muy claro Armstrong al explicar por qué ganó ayer en Le Grand Bornand, en la despedida alpina del Tour 2004, en una durísima etapa que transitó por cinco puertos, donde ningún rival fue capaz de atacar al líder, perfectamente arropado, como cada día, por el potente US Postal. Hasta el penúltimo puerto, cuando el T-Mobile de Jan Ullrich aceleró el ritmo, Armstrong ascendió rodeado de sus ocho gregarios. Sí. De los ocho. No le falló ninguno, mientras la mayoría de equipo se venían abajo. "Esta es la carrera más importante del mundo y no voy a hacer regalos". Así de claro. Por eso ganó ayer en Le Grand Bornard, el miércoles, en Alpe d´Huez, y el martes, en Villard de Lans.

Olvidó decir que sí ha concedido un obsequio en este Tour. A Ivan Basso le dejó ganar en La Mongie. Pero cierto que fue un gesto, una muestra más de su inteligencia. Gracias a la victoria, el CSC ha sido una formación mansa, que hasta le ha ayudado en instantes delicados.

Ayer, además, por primera vez en sus seis años de dominio, Armstrong y Ullrich discutieron en carrera. El tejano echó en cara al alemán su falta de ambición, cuando Ullrich, muy enojado, le censuró por salir a su rueda en el último descenso, cuando Basso, algo asustadizo, se había quedado cortado. "Si quieres ganar, tira tú. A mí, me da igual Basso". Asunto zanjado.

El, pese a la apariencia, no quería ganar, pero no iba a permitir que fuera un rival quien lo hiciera. "Aunque iba rezagado, oí por la emisora cómo le decía a Landis que atacase y ganase la etapa", explicó Chechu Rubiera. En efecto, Armstrong fue muy claro. "¡Ve a por la etapa!", le ordenó a su gregario Landis, otro estadounidense afincado en Girona. "¿Puedo?", le respondió Landis tras coronar primero La Croix Fry, el último primera del Tour 2004. "¡Inténtalo!", le exigió. Por eso, atacó Landis.

LUCHA ABIERTA Armstrong no contó con que Ullrich iba a lanzarse a su estela. El líder se quedó algo rezagado. "Yo bajaba con más prudencia. No era cuestión de arriesgar". Pero cuando terminaron las curvas, capturó a la pareja. Allí se produjo la discusión entre el tejano y el alemán, circunstancia que aprovechó Basso para capturarles. Luego, Armstrong y Ullrich trataron de impulsar a sus ayudantes para que se llevaran la etapa. El alemán lo intentó sin éxito con Andreas Klöden. Armstrong no le dejó: "Yo quería que ganase Landis. Le dedico la victoria".

EL PENULTIMO TRIUNFO Seguramente el de ayer no será el último triunfo del jersey amarillo en este Tour, que ganará el domingo en los Campos Elíseos. Hoy, posiblemente, todos serenarán los ánimos en una jornada que se presume intrascendente y de transición, una etapa para aventureros o velocistas. Mañana, en cambio, el tejano volverá a ser el favorito número uno en la contrarreloj final. Cualquier otro resultado sería una sorpresa mayúscula. Y con Armstrong no hay sobresaltos. Ni tampoco regalos. Y menos en éste, su sexto Tour seguido.